Los santos viven del amor de Cristo (Palabras sobre la santidad - VIII)


Como la santidad no es una opción ética, ni un razonamiento existencial, ni un voluntarismo moral, hay algo que es común a todos los santos, y es que todos, sin excepción, vivieron del amor de Cristo y su vida fue una respuesta al amor de Cristo.



La memoria, la inteligencia y la voluntad, los afectos, la sensibilidad y la acción, todo fue sellado por el amor a Cristo como una respuesta absoluta e íntegra a un amor mayor que ellos habían descubierto, el amor de Jesucristo. Cristo los amó primero y ellos amaron al saber amados. Sus vidas cambiaron por completo, se transformaron, se transfiguraron, al descubrir este mayor amor de Cristo y desde entonces y para siempre, nada ansiaban ni buscaban ni deseaban sino poder amar a Cristo.


La santidad encuentra su ser más hondo en el amor de Jesucristo.


" 'No anteponer nada al amor de Cristo'. En esto consiste la santidad, propuesta que vale para todo cristiano y que es una verdadera urgencia pastoral en nuestra época, en la que se siente la necesidad de arraigar la vida y la historia en sólidas referencias espirituales" (Benedicto XVI, Ángelus, 10-julio-2005).

Al cristiano hoy, al católico hoy, sólo le puede entusiasmar, llenar el corazón y responder a sus expectativas, el amor de Jesucristo. Su Persona adorable es la única respuesta razonable a las exigencias profundas del corazón. Los santos lo vivieron así y muestran cómo todo el edificio de la santidad sólo se puede edificar como respuesta al amor primero, absoluto, de Jesucristo.



"Con la Pascua, además, Cristo crucificado y resucitado manifestará plenamente su divinidad, ofreciendo a todos los hombres el don de su amor redentor. Los santos son aquellos que han acogido este don y llegaron a ser verdaderos adoradores del Dios viviente, amándolo sin reservas en cada momento de sus vidas" (Benedicto XVI, Ángelus, 7-agosto-2005).



Este amor de Cristo, fuente de vida, se da generosa, abundantemente, sin medida, en la Eucaristía. Los santos viven el misterio de la Eucaristía conscientes de ese mayor amor de Cristo dándose, y convierten la Eucaristía en el centro de su vida. El Sacramento del Amor es para ellos el sostén de su amor a Cristo y es también la escuela de caridad, donde se aprende el verdadero amor.



"En la Eucaristía nosotros aprendemos el amor de Cristo. Ha sido gracias a este centro y corazón, gracias a la Eucaristía, como los santos han vivido, llevando de modos y formas siempre nuevos el amor de Dios al mundo. Gracias a la Eucaristía, la Iglesia renace siempre de nuevo. La Iglesia es la red -la comunidad eucarística- en la que todos nosotros, al recibir al mismo Señor, nos transformamos en un solo cuerpo y abrazamos a todo el mundo" (Benedicto XVI, Hom. en la toma de posesión de la cátedra de Letrán, 7-mayo-2005).



La Eucaristía nos descubre el amor de Jesucristo y posibilita nuestra respuesta al Señor, capacitándonos para amarle sin reservas.



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