Del Vatican Insider
Desde que Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa muchas cosas están pasando en Argentina. Mientras el actual régimen político sucumbe ante un creciente descontento social, la Iglesia afronta situaciones difíciles. Incluidas violentas profanaciones contra templos en diversas ciudades del país. El llamado a la conversión de Francisco parece dar sus primeros frutos. Aquí dos emblemáticos casos de transparencia eclesiástica y el “misterio” del obispo que no fue.
El primero corresponde a la diócesis de San Isidro, a las afueras de Buenos Aires, que el domingo pasado vivió una jornada inédita. En sus 70 parroquias y casi 200 templos menores se leyó una carta del obispo Oscar Ojea. No se trató de un texto cualquiera, en el mismo se pidió perdón, públicamente y sin ambigüedades, a las víctimas de abusos sexuales contra menores.
La región todavía tiene abiertas las heridas por el caso de José Mercau, ex párroco de la Iglesia de San Juan Bautista (partido de Tigre), que en 2011 fue condenado a 14 años de prisión por ataques reiterados contra varios jóvenes de entre 10 y 17 años que tenían su morada en el Hogar San Juan Diego.
La solicitud de perdón no quedó sólo en eso. En la carta el obispo comunicó su decisión de ayudar, en lo posible, a los jóvenes. Por eso la diócesis decidió pagar un resarcimiento económico sin esperar que lo ordene la Justicia. Aunque el monto no trascendió, se supo que para absorber el pago la Iglesia local deberá vender algunas propiedades.
“Deseamos que este gesto concreto signifique también una renovación en toda la comunidad del compromiso por promover una cultura del cuidado de los niños y adolescentes. Las secuelas que deja el abuso sexual en el futuro de los niños y de los jóvenes no se pueden medir. Su vida vincular y afectiva queda lastimada en lo más hondo por la violación de su intimidad. La conducta del que abusa también hiere a todo el Cuerpo de Cristo y quiebra la confianza en la comunidad. Este mal causado nos hace experimentar un vivo dolor como miembros de la Iglesia”, escribió.
Segundo caso: una visita apostólica ordenada por la Santa Sede y que busca aclarar muchas interrogantes que pesan sobre la Arquidiócesis de Rosario, al centro-norte del país. Aunque eufemísticamente se habla de una “visita fraterna”, en realidad se trata de una auditoría comisionada por la Congregación para los Obispos.
La investigación fue confirmada por la nunciatura en Buenos Aires, aunque inicialmente el arzobispo José Luis Mollaghan pretendió negarla. La embajada vaticana informó que el responsable de las pesquisas es José María Arancibia, arzobispo emérito de Mendoza, quien estuvo en Rosario del 18 al 22 de noviembre y del 10 al 13 de diciembre. ¿El objetivo? “Recoger informaciones sobre su actual situación pastoral”.
Pero quienes conocen el funcionamiento del Vaticano saben bien que las visitas apostólicas se ordenan sólo cuando existen indicios fundamentados sobre situaciones graves y en casos extremos. Aunque suele darse el beneficio de la duda, las medidas como esta cuentan siempre con el visto bueno del Papa.
Hace unos días trascendieron los supuestos motivos de la visita: aparentes irregularidades en el manejo de fondos, “padecimientos psiquiátricos” del arzobispo y denuncias de laicos y sacerdotes por “maltrato”.
Mollaghan reaccionónegando las noticias, a las cuales calificóde “calumniosas”. “Estamos asombrados, sorprendidos que se lancen acusaciones de esa naturaleza, calumniosas y hechas con total malicia”, sostuvo. Aunque luego reconocióque Arancibia síhabía estado en la diócesis para tratar “problemas internos”.
Por lo pronto la nunciatura apostólica establecióque“el resultado de la visita serátransmitido a la Santa Sede y, por lo tanto, todos han de abstenerse de sacar conclusiones y de emitir juicios anticipados, que serían imprudentes e injustos”.
A esto se suma el extraño caso del “obispo que no fue”. Se trata de fray Carlos Alberto Novoa De Agustini, quien repentinamente pidióno asumir el cargo de obispo auxiliar de la diócesis de Lomas de Zamora, para el cual había sido designado por el Papa Francisco el 3 de diciembre.
Ya estaba lista incluso su ceremonia de ordenación episcopal. Pero de último momento el mismo Novoa pidióal pontífice “después de un maduro discernimiento”una “dispensa”a su designación, que le fue concedida. Nadie sabe por qué, la diócesis no ofreciómayores detalles. Pero algo grave debióocurrir porque cuando El Vaticano publica un nombramiento es porque el candidato fue consultado con anticipación y tuvo el tiempo suficiente para discernir. Esto para evitar papelones. O asídebería ser.
Serafines susurran.- Que Francisco no parece tener mucho apuro por regresara su país natal. Lo hará apenas en 2016, algo que confesóél mismo este miércoles en una charla privada con una delegación del club de fútbol de sus amores, San Lorenzo de Almagro. La fecha tiene un sentido concreto: el Papa asistiráal Congreso Eucarístico Nacional ya programado para ese año en la norteña ciudad de Tucumán y que coincidirácon las celebraciones por el bicentenario de la declaración de independencia nacional.
Fue justamente en la casa de Francisca Bazán de Laguna ubicada en San Miguel de Tucumán, a mil 113 kilómetros de Buenos Aires, que el 9 de julio de 1816 el Congreso declaróla independencia de las Provincias Unidas del Río de La Plata, antecedente de la actual República Argentina.
En julio de 2016 se cumplirán 200 años de aquel hecho histórico. Por eso la Conferencia Episcopal del país sudamericano ya decidióque esa misma localidad reciba al próximo Congreso Eucarístico Nacional. Y desde hace tiempo la diócesis tucumana tiene el deseo de tener al Papa como invitado de honor. Un deseo que estámuy cerca de convertirse en realidad.
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