Comenzamos el año nuevo celebrando la fiesta de santa María, Madre de Dios, de la que hablamos aquí. Hoy les propongo una poesía de Gómez Manrique (s. XV).
Te adoro, rey del cielo,
verdadero Dios y Hombre;
adoro tu santo nombre,
mi salvación y consuelo.
Te adoro, hijo y padre,
a quien sin dolor parí,
porque quisiste de mí
hacer, de sierva, tu madre.
Bien podré decir aquí
aquel salmo glorïoso,
que dije, hijo precioso,
cuando yo te concebí:
Que mi ánima engrandece
a ti solo, mi Señor,
y en ti, mi Salvador,
mi espíritu florece.
Mas este, mi gran placer
en dolor será tornado,
pues tú eres envïado
para muerte padecer
por salvar los pecadores,
en la cual yo pasaré,
no menguándome la fe,
innumerables dolores.
Pero mi precioso prez,
hijo mío muy querido,
dame tu claro sentido
para tratar tu niñez
con debida reverencia,
y para que tu pasión
mi femenil corazón
sufra con mucha paciencia.
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