25 de diciembre, Navidad.

misa gallo


«Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» dice el Apóstol San Pablo a Tito, 2, 11, en la segunda lectura de la Misa de la Noche de Navidad.


¿Cuál es el significado de la palabra gracia? Cuando leemos esta palabra en la Biblia, o en los libros de teología o espiritualidad, la comprendemos rápido en el sentido de un “don” recibido de Dios –sea un don transitorio para ayudarnos para una cosa puntual, o una cualidad permanente como cuando hablamos de “estado de gracia”. Y este “estado de gracia” es frecuentemente entendido de una manera negativa, o sea como la ausencia de pecado mortal, es esto pero también mucho más.


Pero cuando San Lucas, en su Evangelio o en los Hechos de los Apóstoles, o San Pablo en sus cartas, utilizan la palabra “gracia”, ¿qué significaba para ellos esa palabra? El primer significado de “gracia” era uno que nuestras lenguas modernas han conservado: el sentido de belleza, como cuando hablamos, por ejemplo, de la belleza de un niño, de una niña: tiene “gracia”, se dice. El segundo sentido era de bondad, de gentileza, como cuando decimos de una persona que estuvo “graciosa”. Y después, evidentemente, hay un tercer sentido, derivado, como cuando hablamos de un don, de una gracia recibida de una persona generosa.


Entonces, cuando S. Pablo escribía a discípulo Tito que «Ha aparecido la gracia de Dios», y que «la gloria de nuestro gran Dios y salvador Jesucristo se ha manifestado», quería decir antes que nada que la belleza de Dios, su gracias –su esplendor- se ha manifestado en Jesús, en aquel pequeño niño del cual celebramos el nacimiento, según la carne, en esta Navidad. En otro texto profundo dirá el Apóstol que la “plenitud de la gloria de Dios se ha manifestado físicamente en Jesús”.


Con esto en la mente, podemos mirar algunos otros textos del Nuevo Testamento en los que se encuentra la misma palabra. Por ejemplo, cuando el ángel Gabriel saludo a María y le dice: «Ave María, llena de gracia», el sentido no es que la Virgen ha recibido muchas gracias, sino más bien que ha sido agraciada, bella delante de Dios. Y esta “gracia” esta belleza, afecta todo su ser.


Después de la Presentación al Templo, cuando Jesús, María y José vuelven a Nazaret, San Lucas dice que la gracia, o sea el esplendor, o la belleza de Dios estaba con Él. Y después el viaje a Jerusalén, cuando Jesús tenía doce años y volvía a Nazaret con su Madre y San José, S. Lucas dice de nuevo que Jesús crecía en edad, en sabiduría y en gracia. Esto, ciertamente, no quiere decir que recibía siempre más “unas gracias” de Dios, significa más bien que la belleza de Dios era cada día más visible en Él.


Ahora, si volvemos a la Carta a Tito, ¿en qué contexto S. Pablo hace esta mención de la gracia de Dios? Sabemos que Tito apenas había recibido el encargo de la Iglesia de Creta, y Pablo le explica que debe enseñar a varias categorías de personas: mujeres, hombre, jóvenes, niños, ancianos… y concluye su exhortación invitando a cada uno a renegar de la impiedad y de los deseos mundanos y a vivir con sobriedad, justicia y piedad, como Dios mismo nos ha enseñado, manifestándonos su gracia. En otras palabras, S. Pablo invita a los fieles de Creta –y nos invita- a expresar en nuestras vidas, como individuos y como comunidad, nada menos que la belleza de Dios: ser hijos en el Hijo.


Todavía en los Hechos de los Apóstoles, después de la primera persecución en Jerusalén, algunos de los diáconos partieron para Antioquia donde establecieron otra comunidad de cristianos. Cuando los apóstoles en Jerusalén escucharon esto, enviaron a Bernabé para ver que sucedía. Va y ve la gracia de Dios (la belleza de Dios) en la comunidad y se fue lleno de gozo. Más tarde Bernabé dejó Antioquia con Pablo, y antes de partir exhorta a los fieles a permanecer en la gracia de Dios.


Hermanos, hay muchas maneras en la que podemos expresar en nuestro lenguaje humano limitado la perfección absoluta de Dios. Uno de estos consiste en decir que Dios es Belleza por excelencia, que es perfectamente “gracia”. Hay muchas imágenes que podemos usar para decir que Cristo, el Verbo encarnado, encarnó, personificó la gracia y la gratuidad del don de Dios, ese Verbo es verdaderamente Dios. Por consiguiente, podemos decir, como San Pablo hace en sus recomendaciones pastorales a Tito, que estamos llamados, como cristianos, a llevar algo de belleza al mundo, expresando, por la calidad de nuestra vida, la gracia y la belleza de Dios, manifestada en plenitud en Jesús de Nazaret.


Entonces “estado de gracia” no es sólo ausencia de pecado, sino que es participación en la belleza y armonía de Dios, gracias al Emmanuel, el Dios con nosotros, y por esto mismo es ausencia de pecado mortal.


Pidamos a la Santísima Virgen, junto a San José, que nos ayude en estas fiestas y siempre a abrir nuestro corazón a la gracia de Dios, a Jesús que nace. Qué este Niño de Belén, nos ayude a mostrar al mundo su belleza, la belleza de Dios encarnado.




Secciones:

Publicar un comentario

[facebook][blogger]

SacerdotesCatolicos

{facebook#https://www.facebook.com/pg/sacerdotes.catolicos.evangelizando} {twitter#https://twitter.com/ofsmexico} {google-plus#https://plus.google.com/+SacerdotesCatolicos} {pinterest#} {youtube#https://www.youtube.com/channel/UCfnrkUkpqrCpGFluxeM6-LA} {instagram#}

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets