“Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo profetizó diciendo: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David su siervo; según lo había predicho desde antigua por boca de sus santos profetas”.
(Lc 1,67-79)
Esta noche es Navidad.
Esta noche es Nochebuena.
Y este día es día de espera.
Primero fue María la que entonó el himno del Magnificat.
El himno de agradecimiento y alabando a lo que Dios había hecho en ella.
No cantaba un himno a sí misma y de lo que ella había hecho.
Sino de lo que El había hecho en ella.
Era la mujer nueva que realizaba la promesa.
Hoy es Zacarías quien entona también un himno de glorificación a Dios.
No de lo que Dios ha hecho en él.
No del milagro de una paternidad fuera del tiempo.
Sino el himno de reconocimiento a las promesas de Dios a través de los profetas.
Zacarías ya puede hablar.
Zacarías ya puede entender los caminos de Dios.
Zacarías logra comprender que con su paternidad y el nacimiento de su hijo, las promesas de Dios llegaban a su realidad.
El “Magnificat” es el himno y cántico de las maravillas de Dios en una mujer. “hizo en mí cosas grandes”, “miró la humillación de su esclava.
El “Benedictus” es el himno de las promesas a su pueblo.
Es el himno de la realización de la palabra a su pueblo.
Hasta ahora estamos todavía en la promesa.
Esta noche estaremos en la realización de la promesa.
Hasta ahora esperábamos al que tenía que venir.
Esta noche recibiremos al que ha venido y ha llegado.
Una noche que llamamos “Nochebuena”.
Será la noche en la que también nosotros nos vestiremos de fiesta.
Será la noche en la que en el silencio escucharemos la Palabra.
Será la noche en la que la humanidad duerme, pero Dios está despierto.
Será la noche en la que la pobreza se reverá como acontecimiento divino.
Estoy seguro que:
Todo este día tendrá mucho movimiento.
Todos andaremos de compras.
Todos estaremos de esperas.
Señor:
Siglos de espera, pero mereció la pena.
Siglos de espera, pero ya estás entre nosotros.
Siglos de anuncio, pero donde la “palabra se hace carne”.
Hoy nos reuniremos todos.
Porque tu nacimiento es el acontecimiento de Dios.
Porque donde un pesebre se hará cuna de Dios.
Porque donde habrá silencio en la tierra.
Pero habrá canto en los cielos.
Porque los pobres hemos sido recuperados por Dios.
Porque los pobres nos hemos convertido en anuncio de Dios.
Porque los pobres nos hemos hecho voz de Dios en la tierra.
Bienvenido, Señor.
Eres niño en la pobreza.
Pero eres el comienzo de la salvación.
Esta noche veremos las primeras lágrimas de Dios en la tierra.
Esta noche escucharemos los primeros gemidos de Dios en la tierra.
Esta noche contemplaremos la primera sonrisa humana de Dios.
Te esperamos, Señor.
Y desde ya nuestra mejor bienvenida.
Serás un niño, pero será Dios con nosotros.
Abre nuestros ojos para que podamos reconocerte.
¡Bienvenido, Dios encarnado!
Clemente Sobrado C. P.
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