“Zacarías replicó al ángel: “¿Cómo estaré seguro de eso? Porque soy viejo y mi mujer es; de edad avanzada”. El ángel le contestó: “Yo soy Gabriel, que sirvo en la presencia de de Dios, he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: guardarás silencia, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento”.
(Lc 1,5-25)
Me encanta el actuar de Dios.
Es que nos saca de nuestro lugar.
Es que nos hace ver las cosas al revés.
El Nacimiento de su hijo está rodeado de contra sentidos humanos.
Pero de coherencias divinas.
Está rodeado de sin razones humanos.
Pero de sentidos divinos.
Primero:
El encuentro con una virgen llena de gracia.
El anuncio de una concepción que solo la fe entiende.
Una muchacha capaz de romper todos los esquemas.
Una muchacha capaz de creer la palabra que no entiende.
Una muchacha capaz de decir sí fiándose solo de su fe.
Es el anuncio del nacimiento del Hijo de Dios.
Segundo:
Otro de los imposibles humanos.
Dos ancianos que ya están fuera del actuar de la naturaleza.
Un anciano que se le anuncia un hijo cuando hasta la vejez no pudo tenerlo.
Un anciano que no entiende el anuncio de una paternidad cuando ya no es tiempo de flores.
Un anciano que busca estar seguro de lo que considera imposible.
No se puede pedir corriente de agua cuando se ha secado el manantial.
No se puede pedir frutos cuando el árbol está seco.
Es el anuncio del precursor del Mesías.
Y es de maravillar el estilo de hacer de Dios:
Una muchacha del pueblo que sí cree.
Un hombre del templo que duda.
Un hombre del templo que pide explicaciones.
Un hombre del tempo que “pide razones de seguridad”.
Un hombre del templo que no es capaz de abrir los ojos a la fe y queda con los ojos humanos ciegos hasta “hasta el día que suceda”.
Hay cosas que para entenderlas es preciso quedar mudo.
Hay cosas que solo se entenderán en el silencio.
Hay cosas que solo se entenderán sin hablar.
Porque la mudez nos cierra a las cosas.
Porque la mudez nos hace capaces de ver desde dentro.
Porque la mudez nos obliga a renunciar a nuestras razones.
Porque la mudez nos hace capaces de entender las razones divinas.
Porque la mudez nos impide buscar razones humanas y escuchar las divina.
La Navidad:
Un nacimiento en la oscuridad de la noche.
Un nacimiento en la oscuridad de la razón
Un nacimiento que se convierte el mismo en luz.
Un nacimiento que comienza por fiarnos de la Palabra.
Un nacimiento que comienza no por la razón sino por la fe.
Un nacimiento que comienza por una virgen.
Un nacimiento que se anuncia en la fecundidad de unos ancianos.
Todo comienza por la fe.
Todo comienza por fiarse de la palabra.
Todo comienza por hacerse disponible aunque no entendamos.
Clemente Sobrado C. P.
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