“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibe. La Palabra era la luz verdadera que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, en el mundo estaba, el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron”. (Jn 1,1-18)
“Y le pondrás por nombre Jesús” dijo el ángel a María.
Y viene ahora Juan y lo llama “Palabra”.
Me gusta Jesús, como el que viene a salvar al mundo.
Y me gusta Pabla, que comunicación, revelación.
La Navidad es la fiesta de Jesús que “salva”.
Pero Navidad es la fiesta de la Palabra.
Palabra que es creadora.
Palabra que es luz.
Palabra que es vida.
Palabra que viene y no la recibimos.
Palabra que viene y no la conocemos.
Pero Palabra que seguirá creando lo nuevo, alumbrando al mundo y dando vida a todos.
Resulta misterioso el proceso de Dios con nosotros.
Hagamos unas breves reflexiones sobre lo que significa la Navidad, el nacimiento de Dios entre nosotros.
¿Os dáis cuenta de que:
La primer experiencia humana de Dios, fue una experiencia de niño.
La primer mirada de Dios a los hombres, fue una mirada de niño.
La primera palabra humana de Dios, fue la palabra de un niño.
Lo primera palabra humana de Dios, fue sin duda la de “papá y mamá”.
La primera oración humana que Dios escuchó, fue cuando era niño.
La primera oración humana que Dios aprendió, la aprendió de su madre y de su padre humano.
Las primeras lágrimas humanas de Dios, fueron lágrimas de niño.
Los primeros sufrimiento humanos de Dios, fueron sufrimientos de un niño.
Los primeros encuentros humanos de Dios con los hombres del pueblo, fueron encuentros de un niño.
Las primeras sonrisas humanas de Dios, fueron sonrisas de un niño.
Que Dios no nació adulto y maduro y con bigotes de seriedad.
Dios nació niño.
Vivió como niño.
Creció como niño.
Sufrió como sufren los niños.
Y Dios crecía. Y cada día se iba dando cuenta de cómo hablaban los hombres.
Y Dios crecía. Y percibía lo que hablaban las gentes del pueblo.
Y Dios, que se hizo Palabra, “aprendió a hablar en el hablar de los hombres”.
Y Dios no nació sabiendo leer y escribir.
Lo aprendió de José y María. ¿Habría entonces escuelas públicas?
Porque para una escuela privada no les daba el negocio familiar.
Y Dios que es amor, aprendió a amar humanamente, sintiendo el amor de un hombre y de una mujer.
Señor: Bienvenido seas en medio de nosotros.
Señor: Hoy es tu primer día en la tierra.
Señor: Hoy es tu primera experiencia de la ingratitud.
Señor: Hoy es tu primera experiencia de carecer de casa.
Señor: Hoy es tu primera experiencia de lo que es la pobreza.
Y sin embargo, Señor, es un día de alegría.
Porque hoy te manifiestas como uno de nosotros.
Porque hoy sabes lo que es ser niño.
Porque hoy sabes lo que es tener una mamá.
Porque hoy sabes lo que es mamar del pecho de tu madre.
Porque hoy nos conoces y te conocemos.
Por eso: ¡Bienvenido y siéntete bien entre nosotros!
Nosotros sí te conocemos.
Nosotros sí queremos recibirte.
Y que nuestras palabras, como las tuyas sean: creadoras, tengan vida y sea luz.
¡Ya ves juntos compartiremos la misma vida!
Clemente Sobrado C. P.
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