Tazones, un pueblín precioso en la Ría de Villaviciosa
Hoy se ha abierto el cielo en Asturias. Los Picos de Europa, blanquísimos, resplandecen al sol frío de la madrugada. En lo alto, se dejan ver las aves rapaces mientras buscan presas para el festín de Navidad. Junto al mar las inevitables gaviotas gritan quién sabe por qué, y, en la Ría de Villaviciosa, se exhiben las acuáticas en vuelos rasantes. Bucean los cormoranes y los zampullines.
En Gijón se diría que ha terminado la crisis. Al menos, por ahora. Las tiendas y los bares están abarrotados de clientes. Hablan de la luz que va a subir no sé qué barbaridad; pero eso será el año que viene. Ahora toca comprar, vaciarse los bolsillos, empaquetar regalos, que el otoño termina y llega la Navidad.
Junto a la entrada de le Carrefour hay un saxofonista de grandes y colorados mofletes. Toca música de Navidad: “noche de paz”, “campana sobre campana…” No lo hace muy bien, pero le doy un euro por el entusiasmo.
―Estarás cansado…
―No. Así entro en calor.
Dentro del centro comercial hay una peluquería “de caballeros”. El peluquero, mientras hace lo que puede con mi calavera, me pregunta quién es el patrono de su oficio. Le digo que San Martín de Porres, alias Fray Escoba.
―Eso he oído ―responde―. Pero no es negro, ¿verdad?
―Sí que lo es. Mulato. Y bien simpático.
Sigue su trabajo en silencio. Al terminar, mientras pasa el escobón, insiste:
―¿Y por qué nos han puesto un mulato?
―Será por la escoba ―le digo―. No es un mal instrumento…
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