Oficio de lecturas - Domingo de la semana XXXIII - Tiempo ordinario



OFICIO DE LECTURA - DOMINGO DE LA SEMANA XXXIII - TIEMPO ORDINARIO
De la Feria.

PRIMERA LECTURA

Año I :

Del libro del profeta Ezequiel     16, 3. 5b-7a. 8-15. 37a. 40-43. 59-63

JERUSALÉN, ESPOSA INFIEL DE DIOS

    Esto dice el Señor:
    «¡Jerusalén, eres cananea de casta y de cuna! Tu padre era amorreo y tu madre era hitita. Te arrojaron a campo abierto, asqueados de ti, el día en que naciste.
    Yo pasé junto a ti y te vi agitándote en tu propia sangre, y te dije mientras yacías en tu sangre: "Sigue viviendo y crece como la hierba de los campos." Creciste y te desarrollaste, y llegaste a la flor de la juventud.
    Yo pasé de nuevo a tu lado y te vi. Estabas ya en la edad del amor. Extendí sobre ti mi manto para cubrir tu desnudez; me comprometí contigo en juramento, me uní en alianza contigo -oráculo del Señor- y fuiste mía. Te bañé en el agua, te lavé la sangre y te ungí con aceite. Te vestí con vestidos recamados, te calcé con piel fina, te ceñí de lino y te cubrí de seda. Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar al cuello. Coloqué pendientes en tus oídos y una diadema espléndida en tu cabeza. Brillabas así de oro y plata, cubierta de lino, seda y bordados; comías flor de harina, miel y aceite; te hiciste cada día más hermosa y adquiriste el esplendor de una reina. Cundió entre los pueblos la fama de tu belleza, por la magnificencia de que yo te había revestido -oráculo del Señor-.
    Entonces te sentiste segura de tu belleza, y amparada en tu fama fornicaste y te prostituiste con el primero que pasaba.
    Por eso, aquí me tienes: voy a reunir a todos tus amantes a los que complaciste. Traerán un tropel contra ti que te apedreará y te descuartizará a cuchilladas. Prenderán fuego a tus casas, y ejecutarán en ti la sentencia en presencia de muchas mujeres; así dejarás de prostituirte y no volverás a pagar el salario de prostituta. Desahogaré mi ira contra ti y apartaré luego de ti mi cólera; me serenaré y no volveré a irritarme. Por no haberte acordado de tu juventud, por haberme provocado con todas estas cosas, también yo te pagaré según tu conducta -oráculo del Señor-. ¿No has añadido la infamia a todas tus abominaciones?
    Así dice el Señor: Actuaré contigo conforme a tus acciones, pues menospreciaste el juramento y quebrantaste la alianza. Pero yo me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu adolescencia, y haré contigo una alianza eterna. Tú te acordarás de tu conducta y te sonrojarás, al acoger a tus hermanas, las mayores y las más pequeñas; pues yo te las daré como hijas, mas no en virtud de tu alianza. Yo mismo haré alianza contigo y; sabrás que yo soy el Señor, para que te acuerdes y te sonrojes y no vuelvas a abrir la boca de vergüenza, cuando yo te perdone todo lo que hiciste -oráculo del Señor-.»

Responsorio     Cf. Is 54, 6. 8; Ez 16, 60

R. Como a mujer abandonada te he vuelto a llamar; en un arranque de ira te escondí mi rostro; * pero te amo con amor eterno, lo dice el Señor, tu redentor.
V. Me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu adolescencia, y haré contigo una alianza eterna.
R. Pero te amo con amor eterno, lo dice el Señor, tu redentor.


Año II:

Del primer libro de los Macabeos     4, 36-59

PURIFICACIÓN DEL TEMPLO

    En aquellos días, Judas y sus hermanos se dijeron:
    «Nuestros enemigos están vencidos; subamos, pues, a purificar el lugar santo y a celebrar su dedicación.»
    Se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión. Cuando vieron el santuario desolado, el altar profanado, las puertas quemadas, arbustos nacidos en los atrios como en un bosque o en un monte cualquiera y las salas destruidas, rasgaron sus vestidos, dieron muestras de gran dolor y pusieron ceniza sobre sus cabezas. Cayeron luego rostro en tierra y, a una señal dada por las trompetas, alzaron sus clamores al cielo.
    Judas dio orden a sus hombres de combatir a los de la ciudadela hasta terminar la purificación del lugar santo. Luego eligió sacerdotes irreprochables, fieles a la ley, que purificaron el lugar santo y llevaron las piedras contaminadas a un lugar inmundo.
    Deliberaron sobre lo que había de hacerse con el altar de los holocaustos que estaba profanado. Con buen parecer acordaron demolerlo para evitarse un oprobio, dado que los gentiles lo habían contaminado. Lo demolieron, pues, y depositaron sus piedras en el monte de la casa, en un lugar conveniente, hasta que surgiera un profeta que diera respuesta sobre ellas. Tomaron luego piedras sin labrar, como prescribía la ley, y construyeron un nuevo altar como el anterior. Repararon el lugar santo y santificaron el interior de la casa y los atrios. Hicieron nuevos objetos sagrados y colocaron dentro del templo el candelabro, el altar del incienso y la mesa. Quemaron incienso sobre el altar y encendieron las lámparas del candelabro, que iluminaron el interior del templo. Pusieron panes sobre la mesa, colgaron las cortinas y dieron fin a la obra que habían emprendido.
    El día veinticinco del noveno mes, llamado Kisléu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al romper el día y ofrecieron un sacrificio conforme a la ley sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido. Fue inaugurado el altar con cánticos, cítaras, arpas y címbalos, precisamente en el mismo tiempo y el mismo día en que los gentiles lo habían profanado. El pueblo entero se postró rostro en tierra y bendijo al cielo que los había conducido al triunfo.
    Durante ocho días celebraron la dedicación del altar y ofrecieron con alegría holocaustos y el sacrificio de comunión y acción de gracias. Adornaron la fachada del templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas y les pusieron puertas. Vivísima fue la alegría que reinó entre el pueblo, y quedó borrado el ultraje inferido por los gentiles.
    Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, decidió que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días, a contar del veinticinco del mes de Kisléu, se celebrara con alborozo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar.

Responsorio     1M 4, 57. 56. 58; 2M 10, 38

R. Adornaron la fachada del templo con coronas de oro, y consagraron el altar al Señor; * vivísima fue la alegría que reinó entre el pueblo.
V. Con himnos y alabanzas bendecían al Señor.
R. Y vivísima fue la alegría que reinó entre el pueblo.


SEGUNDA LECTURA

De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos

(Salmo 95, 14. 15: CCL 39, 1351-1353)

NO PONGAMOS RESISTENCIA A SU PRIMERA VENIDA, Y NO TEMEREMOS LA SEGUNDA

    Aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra. Vino una primera vez, pero vendrá de nuevo. En su primera venida pronunció estas palabras que leemos en el Evangelio: Después de esto veréis al Hijo del hombre venir sobre las nubes. ¿Qué significa: Después de esto? ¿Acaso no ha de venir más tarde el Señor, cuando prorrumpirán en llanto todos los pueblos de la tierra? Primero vino en la persona de sus predicadores, y llenó todo el orbe de la tierra. No pongamos resistencia a su primera venida, y no temeremos la segunda.
    ¿Qué debe hacer el cristiano, por tanto? Servirse de este mundo, no servirlo a él. ¿Qué quiere decir esto? Que los que tienen han de vivir como si no tuvieran, según las palabras del Apóstol: Os digo esto, hermanos: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se termina. Quiero que os ahorréis preocupaciones. El que se ve libre de preocupaciones espera seguro la venida de su Señor. En efecto, ¿qué clase de amor a Cristo es el de aquel que teme su venida? ¿No nos da vergüenza, hermanos? Lo amamos y, sin embargo, tememos su venida. ¿De verdad lo amamos? ¿No será más bien que amamos nuestros pecados? Odiemos el pecado, y amemos al que ha de venir a castigar el pecado. Él vendrá, lo queramos o no; el hecho de que no venga ahora no significa que no haya de venir más tarde. Vendrá, y no sabemos cuándo; pero, si nos halla preparados, en nada nos perjudica esta ignorancia.
    Aclamen los árboles del bosque. Vino la primera vez y vendrá de nuevo a juzgar a la tierra; hallará aclamándolo con gozo, porque ya llega, a los que creyeron en su primera venida.
    Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. ¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? En el momento de juzgar reunirá junto a sí a sus elegidos y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda. ¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia. Dirá, en efecto, a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que está preparado para vosotros desde la creación del mundo. Y les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, y lo que sigue.
    Y a los de su izquierda ¿qué es lo que les tendrá en cuenta? Que no quisieron practicar la misericordia. ¿Y a dónde irán? Id al fuego eterno. Esta mala noticia provocará en ellos grandes gemidos. Pero, ¿qué dice otro salmo? El recuerdo del justo será perpetuo. No temerá las malas noticias. ¿Cuál es la mala noticia? Id al fuego eterno que está preparado para el demonio y sus ángeles. Los que se alegrarán por la buena noticia no temerán la mala. Ésta es la justicia y la fidelidad de que habla el salmo.
    ¿Acaso, porque tú eres injusto, el juez no será justo? O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da de lo que te sobra. Lo que das ¿de quién es sino de él? Si dieras de lo tuyo sería generosidad, pero porque das de lo suyo es devolución. ¿Qué tienes que no hayas recibido? Éstas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.

Responsorio     Mt 16, 27; Sal 95, 13

R. El Hijo del hombre vendrá revestido de la gloria de su Padre y escoltado por sus ángeles; * y entonces pagará a cada uno según su conducta.
V. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.
R. Y entonces pagará a cada uno según su conducta.


Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado. 

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, Dios nuestro, concédenos alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegría está en ser fiel a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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11:32

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