Lo del absolutismo era malo porque lo ejercía Luis XIV. Pero se convierte en buenísimo si soy yo o si es mi grupo quien lo ejerce.
En la política y en la iglesia hay grupos que han decidido que son ellos los únicos con derecho a opinar, mandar, gritar, reivindicar quizá por una ignota para los demás elección popular a divina que, mientras a unos pocos legitima para todo, a los demás convierte en sospechosos por reaccionarios y desafectos a lo políticamente correcto.
Un grupo de laicos franceses parece que proponen la convocatoria de una cosa llamada “concilio del pueblo de Dios” en la que clérigos y laicos, situados al mismo nivel, se plantearían la vida y el futuro de la Iglesia católica.
Esto lo que significa es que “no nos representan” y que pretendemos reunirnos unos cuantos católicos fetén, modernos, actualizados, conciliares y francisquistas, para decidir lo que nos dé la gana. Esto es muy viejo. Se reúnen cuatro curas de donde sean y se constituyen en foro de curas como si ellos representaran a todo el clero de cualquier diócesis. O se encuentran en un manifiesto veinte o treinta asociaciones laicales y te sueltan un manifiesto que parece que es algo, cuando en realidad tiene el respaldo de nadie. Puro podemismo que vive de descalificar a todos los que piensan de otra manera.
Yo soy partidario de que se pregunte a la gente. Lo mismo nos llevábamos sorpresas. Porque ruido hacen algunos, pero los callados que van a misa cada domingo, aportan su dinero y colaboran sencillamente, a lo mejor resulta que son bastantes más. Por supuesto que hay que preguntar. Pero no solo a los de Redes cristianas, somos iglesia o foros de curas de no sé dónde. Hay que preguntar a todos los fieles de la prelatura, a los que viven su fe en el camino Neocatecumenal, a las distintas asociaciones familiares, a los de comunión y liberación, a los fieles de Caná de Pozuelo y de tantas parroquias normalizadas y muy vivas, a los representados en el foro de laicos o a los miembros del consejo diocesano de pastoral. Mira por donde lo mismo resulta que los fieles católicos de a pie, los que van a misa los domingos, los que ponen su dinerito cada semana están hasta las narices de experimentos y resulta que lo que quieren son curas que ejerzan de curas, misas según el misal romano y formación con el catecismo en la mano.
El problema es que aquí se juntan cuatro mal contados, curas o laicos, y se erigen en los auténticos fieles no a Cristo, no a la gracia, no a la Iglesia, sino al espíritu del concilio, con la pretensión de constituirse en los grandes muñidores de la nueva Iglesia. Y como el resto calla y no se mete ni en manifiestos ni en proclamas publicadas en primera página de algún medio que hace de vocero, parece que aquí Iglesia son solo los cuatro no que más chillan, sino que más firman.
Pregunten a los fieles. Pregunten. A todos, si se atreven. Curas, a todos. Laicos, a todos. Religiosos, a todos, no solo a los del Amazonas, también a las comunidades contemplativas. Lo mismo nos llevábamos una sorpresa.
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