La autobiografía de monseñor Tarancón: el arte de escribir unas memorias menos interesantes que la Iliada



Estoy ya en las últimas cien páginas del libro sobre de Luís Suárez del que tanto he hablado. Yo había leído la autobiografía del cardenal Tarancón, Las confesiones. Para alguien, como yo, al que le gusta el género de las memorias, estas resultaban poco interesantes.

He leído las memorias de algún periodista que fueron apasionantes, y eso que se limitaba a contar su labor. Y, sin embargo, las memorias de un cardenal que capitaneó la Iglesia de toda una nación en un momento apasionante, increíblemente, resultan bastante aburridas. Lo cual es algo bastante difícil de conseguir. Pero él lo logró.

Ya en aquella lectura resultaban evidentes los silencios del purpurado. Si algo se nota a mi edad, es cuando unas memorias son sinceras. Estas no lo eran. Cuenta lo que quiere, como quiere, hasta donde quiere.

Pero lo que refleja de forma incontestable la documentación de Suárez es cuántas cosas había que contar, al menos al final de su vida. Pero no lo hizo. Sin entrar en otros asuntos de los que ya he hablado en pasados posts, su actitud respecto a la Asamblea Conjunta fue… ¿insalvable?

Al final, tuvo que intervenir la Congregación para la Doctrina de la Fe con la aprobación de Pablo VI. Y el cardenal Tarancón viajó a Roma pensando que había perdido totalmente el favor del papa. La Congregación había sido tan dura, tan tajante, tan condenatoria de las conclusiones de esa asamblea que había tenido el apoyo del cardenal, que pensó que Pablo VI había dejado de apoyarle.

Cuál fue su sorpresa al comprobar que seguía teniendo el mismo apoyo del papa Montini. Y entonces pasó Tarancón al ataque, ajustando cuentas con los que creía que habían sido sus acusadores en Roma. La historia entera es formidable, una verdadera novela. Solo que no era ficción, la fe de toda una nación estaba en juego.

Como Suárez reconocerá con amargura, al menos, quedó la levadura de magníficos sacerdotes para cuando pasaran aquellos años. Y tampoco ha sido suficientemente reconocida la labor del Opus Dei en el mantenimiento de la fe en España. (Lo cuál no es óbice para que en otros posts cuente las barrabasadas que tal o cual miembro de la prelatura me ha hecho, o incluso muchos miembros.) Pero justo es decir que el Opus Dei tuvo una labor esencial en el mantenimiento de la fe. Porque durante veinte años la cantidad de curas socialistas que salieron de los seminarios fue lamentable. Y no es una apreciación subjetiva, ya dije que en Aragón el 66% de los candidatos de los partidos habían salido de los seminarios o eran curas. Partidos de izquierdas, claro, aunque el estudio sociológico no especificara esos datos en los resultados que tengo. Pero la cifra concreta fue esa. Lamentablemente, no me consta que se hiciera ese estudio en más regiones.

Hoy día podemos decir: “Hasta aquí llegaron las aguas”, señalando con la mano la marca. Y es cierto que desde los años 80, las aguas comenzaron a retroceder. Hoy día, donde reinaban las asambleas, la organización de huelgas y los pasquines políticos, se reza el rosario, el viacrucis y se adora al Santísimo Sacramento.

Conocer este pasado, nos ayuda a saber qué debemos hacer en el presente. Pase lo que pase, haya clérigos mundanos o no, curas que no defienden el magisterio de la Iglesia, ya hemos pasado por todo eso. Y nuestro camino debe ser, como entonces hicieron los buenos hijos de la Iglesia: amor a Pablo VI, oración y estar unidos al magisterio. Nunca echarse al campo, nunca desobedecer a la autoridad eclesiástica, no criticar.

Lo que he dicho del pasado es ya Historia, pero una lección para ahora. Ayer me llamó tarde una amistad muy preocupada: “¿Pero hay un cisma encubierto?”.

La respuesta la encontramos en lo que hicieron los santos en mitad de la tormenta: ni Marcel Lefebvre ni Hans Küng. Y nunca más meternos en cuestiones seculares, eso es lo que les digo a los menos de 300 clérigos catalanes, de cuya labor como sacerdotes no dudo. Alguno lo conozco y es muy bueno como sacerdote. Pero en esa mies no debemos meter nuestra hoz.

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09:25

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