Cosas que he dicho en mi homilía de hoy. Si es que esto es el ABC. Hemos echado a Cristo de la vida, entró el pecado, y con el pecado la violencia, el dolor y la muerte. Hoy no hay más solución, si queremos paz, justicia, libertad y dignidad para todos, y además la vida eterna, que volver a Cristo, dejar que sea Él quien llene el corazón y disponernos a vivir según el código tan viejo y tan actual de los diez mandamientos.
Con la cosa del respeto, la sana laicidad, el no ofender y el ser más comprensivo que nadie, hemos acabado haciendo un pan como unas tortas. Y si no, se lo piensen.
El crucifijo, el crucificado, ha sido expulsado de todos los ámbitos de la vida política. Antes muertos que ver un crucifijo en el Congreso, el Senado, los parlamentos autonómicos, ayuntamientos, ministerios. Pues vale. ¿Y el resultado? ¿Me van a decir que desde que los crucifijos salieron de la vida política tenemos unos políticos más honrados, benévolos, solidarios y preocupados por el bien común?
El crucifijo, el crucificado, han salido de la vida familiar. Ahora los matrimonios católicos son una minoría mientras aumentan los matrimonios civiles y las parejas de hecho. Pues me sigo haciendo preguntas. Por ejemplo, si gracias a eso los matrimonios de hoy son más estables, generosos, sacrificados, entregados que los de hace años. Ahora que todos los días salen en los medios datos de violencia doméstica, me pregunto cuántos casos se dan en parejas casadas por la iglesia, cuántos en matrimonios civiles y cuántos en parejas de hecho. Simplemente por peguntar.
La presencia de la religión católica en la escuela es minoritaria con tendencia a desaparecer en clases y hasta en decoración navideña. Sigamos con las reflexiones. Gracias a ello los casos de violencia escolar, acoso, son menos. ¿Gracias a ello tenemos unos niños más solidarios, amables, educados y justos?
Podía seguir. Por ejemplo, pensando en países oficialmente ateos, que los ha habido y los hay. No me irán a decir que en ellos se respetan más los derechos humanos, hay mayor democracia, más libertad y superior justicia social, que habrá quien lo diga.
Han sacado los crucifijos de la vida pública. Lo religioso es perseguido. Viva el laicismo. Cada vez peor.
Cristo Rey es proclamar que la salvación de este mundo no está en políticos, sistemas sociales, reivindicaciones raras, sueños imposibles. La salvación está en volverse a Cristo del todo, acogerlo en el corazón y tomar la firme decisión de vivir los diez mandamientos en todo.
Imaginemos. Un mundo del que se han desterrado la mentira, la violencia, el robo, la murmuración y el falso testimonio. Un mundo habitado por gente justa, que se persona, se ayuda y comparte benes espirituales y materiales. Pues esto solo es posible cuando Cristo reina. Así de fácil.
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