Erótica y materna

Leemos en Aceprensa:
Mariolina Ceriotti Migliarese es neuropsiquiatra infantil y ejerce de psicoterapeuta para adultos y parejas, así como en la formación de padres y profesores. Tiene, pues, una amplia experiencia profesional que ha dado como fruto una sólida bibliografía de divulgación sobre la familia y las relaciones entre hombre y mujer. También es autora de Maschi. Forza, eros, tenerezza (“Masculino: fuerza, eros, ternura”), un libro que trata sobre la masculinidad y que es, por decirlo así, paralelo al de la feminidad que aquí se reseña.
Esta obra, primera traducida al español de esta neuropsiquiatra, es un inspirador y original ensayo que trasciende las aproximaciones más habituales sobre la feminidad. La autora muestra cómo lo materno y lo erótico son expresiones de las dos almas de la mujer, ambas igualmente importantes y complementarias, que se expresan con diferente intensidad en diversos momentos de la vida. Vaya por delante que, como se especifica al inicio de estas páginas, lo materno no implica solo la capacidad de engendrar, del mismo modo que lo erótico no hace referencia únicamente a la sexualidad.
Así, la parte erótica incluye lo relacionado con el deseo, la autonomía, el respeto hacia una misma y la capacidad de mantener una buena base narcisista, lo que implica, por ejemplo, poder elegir y sacar adelante proyectos propios, gustar a los demás y gustarse, el placer de cuidarse, saber protegerse y establecer las justas distancias con los demás con el fin de tutelar los espacios necesarios para el propio equilibrio. Por otro lado, la parte maternal está relacionada con la capacidad de aceptar y cuidar las relaciones sin sentirse abrumada por los vínculos ni por la generosidad que requieren. Comprende también aspectos como cuidar de los demás, la sensibilidad de la mujer ante la necesidad, su creatividad para nutrir con afecto a las personas que ama, etc.
Una vivencia desequilibrada de la parte erótica puede derivar, entre otros, en egocentrismo, vanidad y autorrefencialidad infantil, mientras que la vivencia desequilibrada de la parte materna puede traducirse en actitudes destructivas, como la necesidad de tener bajo control a los demás, el chantaje emocional, la frustración, la culpa…
Estas dos dimensiones, erótica y materna, son necesarias y ninguna de ellas basta por sí sola para dar plenitud a la mujer. El reto, según explica la autora, es encontrar progresivamente el equilibrio entre ambas, de modo que se modulen mutuamente y modere cada una los matices negativos que pueda tener.

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