Hoy y ayer he escuchado a Buxtehude. Es más pesado que Bach. Su música ofrece una impresión de pesadez. Hay momentos en que se aproxima a Bach, en que parece que lo va a tocar. Pero después nunca llega el momento en que se abre el cielo: técnica y más técnica, sin genialidad. Además, Buxtehude da esa impresión de lentitud que en Bach se compensa con compases de una agilidad que te deja boquiabierto. En Buxtehude la lentitud es solo lentitud.
No lo dije, pero una de las músicas que he escuchado muchísimo en los pasados meses ha sido la banda sonora de Games of Shadows de Hans Zimmer. Una de las mejores que he escuchado en los últimos años en un director que creía que ya había dado de sí todo lo que podía.
Gracias por vuestras oraciones, mi sinusitis parece haberse curado ya del todo. Mi agradecimiento es sincero. Sin la intercesión, el curso de acontecimientos podía haber sido otro. La infección fue seria y mi derecho estaba muy inflamado.
En las pasadas semanas, he tenido varias conversaciones con un técnico de informática sobre el infierno. Es una delicia conversar con quien te aporta. Hay individuos con quienes la conversación te inspira y sugiere cosas nuevas. Este es uno de esos casos. Aunque nuestra hora de conversación solo versó acerca de lo que podríamos llamar la esencia de la condenación: eso y solo eso. Solo hablando con él uno se da cuenta de lo mucho que el tema puede dar de sí. Lamentablemente, la conversación se perdió como lágrimas en la lluvia. Pero, casi seguro, que mi próximo libro será un ensayo sobre el infierno.
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