“!Hay de vosotros, los ricos…! (Lc 6, 24)
¿Considera el Evangelio la riqueza como una desgracia? San Lucas, cuando resume la “bienaventuranzas” en el capítulo 6 de su Evangelio no se limita a declarar bienaventurados a los pobres en general, sino que remacha la idea declarando que los ricos serán desdichados. ¿Qué motiva esta dura advertencia?
En primer lugar, en el contexto de estas palabras dice algo interesante: “porque ya tenéis vuestro consuelo”. Ser feliz es esperar serlo cada vez más, tener esperanza de serlo en el futuro. Cuando uno ya tiene todo lo que desea su horizonte se oscurece, porque el deseo deja paso al temor a perder lo que tiene.
Pero Lucas va más lejos. Se interesa por esta cuestión porque Jesús insiste en ello y nos advierte seriamente de los peligros que encierra el apego a las riquezas. Estos peligros podríamos resumirlos en tres:
1. La riqueza impide al hombre ver más allá de la vida presente y por tanto desorienta en la búsqueda de los verdaderos bienes.
2. La riqueza tiende a encerrar al hombre en sí mismo y le impide pensar en los demás, en los que carecen de lo necesario.
3. La riqueza tiende a ocupar en el corazón del hombre un lugar que corresponde sólo a Dios. Se convierte en una especie de ídolo.
Parece claro que estos peligros acechan no sólo a los multimillonarios, ya que apuntan hacia la actitud que nuestro corazón adopta ante los bienes de este mundo ¿Cuáles son para mí los bienes verdaderos?
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