A principios del mes de Julio, dábamos cuenta de un lamentable suceso de esos que, normalmente, terminan siempre en un triste final: un pobre hombre, en un arrebato de locura, se había bajado de un vehículo y destrozado la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa que se encuentra en una de las intersecciones cercanas a nuestra capilla.
En su momento, dimos cuenta del suceso aquí y también narramos aquí cómo el pecador se arrepintió de su pecado, pidió perdón y hasta se confesó gracias a las oraciones y acciones de varios (algunos hasta fueron a buscarlo para mostrarle no tan amablemente su descontento…).
Ayer, por gracia de Dios, pudimos bendecir, desagraviar y entronizar la nueva imagen (pagada por el mismo penitente que estuvo presente con su familia en el acto, de rodillas y rezando el Rosario), al mismo tiempo en que recitábamos un Credo reafirmando nuestra condición de bautizados y pedíamos perdón por los pecados y crímenes que algunos sacerdotes de la Iglesia han cometido.
El arrepentimiento y el perdón son algo propiamente cristianos. Porque Dios perdona siempre; siempre que estemos arrepentidos.
Todo coopera para el bien de los que aman a Dios; incluso nuestros propios pecados.
Damos gracias a Dios por este final feliz.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
Va la secuencia de fotos, desde la destrucción hasta la nueva imagen.
Lugar de la imagen y Virgen destruida
Misa en desagravio pocos días después de la destrucción de la imagen
Reparación, Rosario y desagravio
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