Quizá es que en la medida que uno va cumpliendo sus años las cosas se terminan haciendo cada vez más simples. O que uno se va haciendo cómodo, que también pudiera ser. Pasaron, a mí se me pasaron, los años en que todo el objetivo de la parroquia era hacer cosas, muchas cosas, mil actividades, cien grupos, movimiento, todo el día estresados, todo el día a carreras. Ya saben lo que es eso: de la catequesis a los scouts, de los jóvenes al grupo de manualidades, de la vida ascendente al grupo de liturgia, de la revista al reparto de alimentos, del teatro al ensayo, del ensayo a la misa.
Parroquias con mil actividades, doscientos grupos y creativas. Sobre todo, creativas y participativas. Comisiones, consejos. De junta en junta, de reunión en reunión.
Hoy cada vez me importan menos los grupos y tengo hecho un voto privado -perdón por la broma- de acudir a las menos reuniones posibles. Mis treinta y tantos años de cura me han conducido a dedicarme a cuatro cosas que entiendo básicas y a poner en ellas el acento. El resto se nos dará por añadidura.
Cuatro cosas… O dos, o tal vez una. Pero sí, cada vez menos cosas.
Les cuento los pilares que andamos colocando en la parroquia, y el resto Dios dirá.
Liturgia. Celebrar la fe y hacerlo bien, como manda la Iglesia. Por respeto a los fieles, por repto a la Iglesia, por respeto a Dios Nuestro Señor. Esto nos supone leer, estudiar y rezar el misal, apostar por una sencilla sobriedad y predicar lo que manda la Iglesia, no las personales ocurrencias de cada uno.
Confesionario. Siempre abierto, siempre disponible. Con horario fijo.
Adoración perpetua. Tan clave, que, aunque no hiciéramos otra cosa, ya se justificaba con solo eso la existencia de la parroquia. Solo eso…
Despacho abierto. Horas y horas. En verano e invierno. Horas y horas.
El economato parroquial. Nuestra particular atención a los pobres, organizada, cada vez más ampliada. 120 familias ahora mismo, y no cerramos en verano.
¿Y otras cosas? Sí, claro. Niños, jóvenes, adultos, catequesis, formación, vida en común. Lo que quieran. Saben que servidor precisamente no es alguien que dedique sus horas a jugar al mus. Pero todo enraizado en lo que digo.
Insisto que es que tal vez uno sea demasiado simple o no valga para otra cosa, que no lo descarto. Pero es que me cuentan de parroquias, de iglesias, de comunidades y siempre pregunto lo mismo: ¿se celebra bien, se reza, hay confesiones, los curas están? Es que de lo contrario, poco hacemos.
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