Harto de pelear dentro y fuera

He escrito algunas veces sobre agobios y cansancios. Normalmente lo hago en forma de broma, pero hoy quiero hacerlo en un tono mucho más serio. Tengo la impresión de vivir en una tensión constante, en una guerra evidente, aunque no declarada, y en un esfuerzo ímprobo por tratar de mantenerme a salvo en medio de una titánica lucha no sé si contra las fuerzas del mal, del bien, o si el mal soy yo.

Impresiones. Hablo de lo que yo creo, de lo que me parece, quizá de lo que erradamente intuyo. Mis impresiones, y así deben tomarlo.

Hay una lucha evidente ante un impresionante crecimiento del laicismo en la sociedad.Lo religioso estorba mientras todo lo que es contra recibe parabienes de la misma sociedad. O no. Vaya a saber, porque me encuentro con muchos católicos encantados con esta situación y aplaudiendo el “podemismo”. Posiblemente tengan razón, porque de hecho no andan faltos de apoyo incluso en altas jerarquías. La cosa está complicada y más que se va a poner.

Dentro de la Iglesia no es que haya “carismas”, “tendencias” o “sensibilidades”. Hay un completo caos. Quizá una división conservadores – progresistas, con mil matices de cada lado, pero que tampoco es eso. Uno lo que se pregunta es si hay doctrina segura o no, si hay unos mínimos o es mejor dejar todo al albur del espíritu del concilio y la libertad de los hijos de Dios. Preguntar eso es ser poco misericordioso, ultramontano y, por supuesto, infocatólico. Además, si preguntas, nadie responde. Ahora, entre ultramontano y espíritu abierto, hay mil grados. Sitúese cada cual donde le plazca.

Pero ahí no han acabado los problemas. Porque dentro de los que podemos llamar grupos conservadores, tampoco la cosa es fácil, ya que uno tiene la impresión, insisto la mía, de que cada uno de ellos, en el fondo, lo que busca es su propia pesca, cuando no te cuenta la guerra a medias para meterte en sus particulares y no siempre inocuas pretensiones.

Así que uno se sienta en su parroquia y se pregunta por dónde ir. Yo no me veo aplaudiendo las fiestas del orgullo gay ni feliz del brazo de podemitas y afines, aunque sean del PP. Servidor, en su Iglesia católica de siempre.

¿Pero qué Iglesia? ¿La fiel al espíritu conciliar? ¿La que pide unos mínimos? ¿La que yo creo en conciencia? ¿La Iglesia de Marx, Kasper, Burke o Sarah? Porque no son lo mismo. ¿La Iglesia de Dios te perdona y no pasa nada o la de Dios te perdona, pero conviértete? Tengan en cuenta que si optas por esta serás carca, poco misericordioso y muy posiblemente alejado de la realidad.

El siguiente problema es que, en el caso de que optes por intentar mantenerte fiel al magisterio, celebrar como manda la liturgia y atender el confesionario, comenzarás a tener “ofertas” desde lugares diferentes: que si se viene a un retiro, que si has pensado en unas catequesis, hay unos encuentros muy buenos o que si recogemos firmas para una campaña de Hazteoir. Nada es gratis.

Y mejor no preguntes. Porque nadie sabe nada, nadie conoce nada, nadie te va a orientar. Únicamente te dirán que reces, que atiendas bien a la gente, que seas miseriordioso ¡como si uno se dedicara a sacudir mandobles en el confesionario!

Resultado: hartura, cansancio y abatimiento. Conclusión: mantener la adoración perpetua, celebrar según manda la liturgia, confesar y predicar y enseñar según el catecismo. Y atender a los pobres, que sí. Pero es que ya está bien de andar todo el día de peleas. 

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04:39

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