(442) Sabiduría de los humildes y peste de los soberbios

Lima, Perú - Domingo de Ramos

–Seguro que esto lo dirá por algunos.

–Por supuesto. No escribo pensando en ectoplasmas.

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11.25). Palabra de Jesús en el Evangelio de hoy, XIV domingo del Tiempo ordinario. Es una verdad que ya en el A.T. se decía de los anawim, los pobres de Yavé, los pequeños y humildes. Es una gran verdad que alegra el corazón de la Virgen en el Magnificat, cuando dice «dispersa a los soberbios de corazón… y enaltece a los humildes» (Lc 1,51-52).

También San Pablo da el mismo testimonio: «Fijaos, si no, hermanos, en vuestra asamblea: no hay en ella muchos sabios en lo humano,… sino que lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios… De modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor» (1Cor 1,26-29). Es muy sencillo:

«Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes» (1Pe 5,5). Viene a ser ésta una enseñanza proverbial de la Revelación (Sal 137,6; Sant 4,6; etc.), formulada de modos diversos: «En verdad os digo que, sino no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18,3). Pongo un ejemplo, contraponiendo la soberbia-luterana y la humildad-católica al afirmar la presencia real de Cristo en la eucaristía.

* * *

Hace unos años, en los ambientes católicos más «ilustrados» de la Iglesia, se rechazó la adoración eucarística. Lo que entonces resultaba prestigioso para ciertos «sabios y entendidos», teólogos, liturgistas o párrocos, que se dejaban guiar por autores católicos modernistas –aún más «sabios y entendidos»–, era en la Eucaristía, y en muchos otros temas, aceptar las tesis de Lutero, que, por ejemplo, al negar la «transubstanciación», acaba, como es lógico, con la adoración eucarística fuera de la Misa. Él habla de «impanación» o «consubstanciación». Pero afirma tajantemente, a su modo propio, que «sin motivo alguno, sin apoyo en la Escritura, y sólo por mera vanidad de estos tunantes, se enseña la transubstanciación del pan y del vino» en el cuerpo y la sangre de Jesús (1545, Contra los 32 artículos de los teologastros de Lovaina, n. 18).

Con ocasión del Vº centenario de la «Reforma» luterana, la Federación Luterana Mundial y el Pontificio Consejo [Católico] para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, publicó el documento Del conflicto a la comunión, en cuyo capítulo IV, al tratar de la Eucaristía, dice que «Esta declaración en común afirma todos los elementos esenciales de la fe en la presencia eucarística de Jesucristo sin adoptar la terminología conceptual de “transusbstanciación”» (n. 154).

En realidad, como escribe José Miguel Arraiz ), «dicha declaración no hace mención a la total conversión de toda la sustancia del pan y del vino en cuerpo y sangre de Jesucristo, y si no lo hace, no puede decir en justicia que recoge “todos los elementos esenciales de la fe en la presencia eucarística de Jesucristo”» (28-10-2016). Y lo mismo vine yo a decir días después en mi artículo Transubstanciación: ya no pan ni vino, sino cuerpo y sangre de Cristo (1-11-2016).

El hecho es que en bastantes Iglesias locales los «sabios y entendidos» afectados de soberbia, prefiriendo «su» doctrina a la de la Iglesia, lograron eliminar la adoración eucarística durante decenios en un gran número de parroquias y conventos. Lo recordaré aquí con un ejemplo real.

* * *

En cierto «Seminario Conciliar Diocesano» se suprimió el santo culto de la adoración eucarística. Y sin ella estuvieron más de diez años. Cuando un nuevo Rector restauró en ese Seminario la adoración eucarística semanal, tuvieron un primer problema: no había modo de encontrar la custodia que durante tanto tiempo se había retirado de la sacristía. Gracias a Dios, enteradas la humildes religiosas que cuidaban el Seminario, dieron la buena nueva de que la tenían ellas, bien guardada durante todos esos años. Y el culto a Cristo en la eucaristía fuera de la misa refloreció en el Seminario con gran alegría de todos.

¿De todos? De todos no; de los soberbios, no. De los humildes sí; concretamente, de los que creen en el Catecismo de la Iglesia:

«La Iglesia Católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente en la misa, sino también fuera de su celebración» (n.1378). San Juan Pablo II: «La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración» (1980, Dominicæ  Cenæ 3).

* * *

Conclusión en esto de la Eucaristía y en TODAS las cuestiones que se planteen o se puedan plantear:

De «sabios y entendidos» santos y humildes, como San Agustín, Santo Tomás, San Ignacio, Santa Teresa, etc. nunca nos alejemos: nos vienen de ellos grandes luces y preciosas gracias de Dios. De «sabios y entendidos» soberbios –y mejor no doy nombres– digamos con el Padrenuestro: «libera nos a Malo».

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

Let's block ads! (Why?)

12:27

Publicar un comentario

[facebook][blogger]

SacerdotesCatolicos

{facebook#https://www.facebook.com/pg/sacerdotes.catolicos.evangelizando} {twitter#https://twitter.com/ofsmexico} {google-plus#https://plus.google.com/+SacerdotesCatolicos} {pinterest#} {youtube#https://www.youtube.com/channel/UCfnrkUkpqrCpGFluxeM6-LA} {instagram#}

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets