Liturgia diaria meditada - Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único (Jn 3,16-18) 10/06



Domingo 11 de Junio de 2017
Santísima Trinidad
(S). Blanco.

“La fe cristiana no niega la afirmación: sólo existe un Dios. Pero comprende de forma distinta la unidad de Dios. Por la revelación del Nuevo Testamento, lo que existe de hecho es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios es Trinidad. Dios es la comunión de los divinos tres. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se aman de tal manera y están tan interpenetrados entre sí que están siempre unidos. Lo que existe es la unión de las tres divinas personas. La unión es tan profunda y radical que son un solo Dios. Es algo similar a tres fuentes que constituyen un único y mismo lago. Cada fuente corre en dirección a la otra; entrega toda su agua para formar un solo lago. Es algo similar a tres focos de una misma lámpara, que constituyen una sola luz”. 

Antífona de entrada        
Bendita sea la Santísima Trinidad: Dios Padre, el Hijo unigénito de Dios y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia con nosotros.

Oración colecta    
Dios Padre, que revelaste a los hombres tu misterio admirable al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu santificador; te pedimos que, en la profesión de la fe verdadera, podamos conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar al único Dios todopoderoso. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Señor y Dios nuestro, por la invocación de tu Nombre santifica los dones que te presentamos y por ellos conviértenos también a nosotros en ofrenda eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      cf. Gál 4, 6
Porque ustedes son hijos, Dios infundió en sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abbá, Padre.

Oración después de la comunión
Señor y Dios nuestro, te pedimos que el sacramento recibido y la profesión de nuestra fe en ti, único Dios en tres personas, sirvan para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración preparatoria

1ª Lectura    Éx 34, 4b-6. 8-9
Lectura del libro del Éxodo.
En aquellos días, Moisés subió a la montaña del Sinaí, como el Señor se lo había ordenado, llevando las dos tablas en sus manos. El Señor descendió en la nube, y permaneció allí, junto a él. Moisés invocó el nombre del Señor. El Señor pasó delante de él y exclamó: “El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad”. Moisés cayó de rodillas y se postró, diciendo: “Si realmente me has brindado tu amistad, dígnate, Señor, ir en medio de nosotros. Es verdad que éste es un pueblo obstinado, pero perdona nuestra culpa y nuestro pecado, y conviértenos en tu herencia”.
Palabra de Dios.

Comentario
Moisés se encuentra profundamente con lo sagrado de Dios, y no con “lo que han dicho de él”, formulaciones teológicas o leyendas. Se ha encontrado con el Misterio más desnudo. Y, ante esto, solo puede inclinarse y orar.

(Sal) Dn 3, 52-56
R. A ti, eternamente, gloria y honor.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, alabado y exaltado eternamente. Bendito sea tu santo y glorioso Nombre, alabado y exaltado eternamente. R.

Bendito seas en el Templo de tu santa gloria, aclamado y glorificado eternamente por encima de todo. Bendito seas en el trono de tu Reino, aclamado por encima de todo y exaltado eternamente. R.

Bendito seas Tú, que sondeas los abismos y te sientas sobre los querubines, alabado y exaltado eternamente por encima de todo. Bendito seas en el firmamento del cielo, aclamado y glorificado eternamente. R.

2ª Lectura    2Cor 13, 11-13
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios del amor y de la paz permanecerá con ustedes. Salúdense mutuamente con el beso santo. Todos los hermanos les envían saludos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes.
Palabra de Dios.

Comentario
San Pablo insiste en que los cristianos vivamos una vida de paz, comunión y amor. No se podría vivir de otro modo estando unidos a Jesús.

Aleluya        cf. Apoc 1, 8
Aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. Aleluya.

Evangelio       Jn 3, 16-18
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Dijo Jesús: “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”.
Palabra del Señor.

Comentario
“Aquí tenemos la tercera lectura de hoy, el evangelio, en que el mismo Cristo nos está diciendo la gran revelación: ‘Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo, para que no perezca ninguno de los que creen en él sino que tenga vida eterna’. Para esto viene el mensajero de la vida eterna, el Hijo único de Dios, aquel que en su esencia divina ha recibido en calidad de Verbo, de Hijo, toda la naturaleza eterna de Dios, toda la vida que no tiene fin, la luz de todas las tinieblas, la solución de todos los problemas, el amor de todas las desesperanzas, la alegría de todas las tristezas. Quien tiene a este Hijo de Dios no le falta nada” .

Petición 
Santísima Trinidad, ayúdame a vivir de acuerdo con mi identidad cristiana y a llevar a los demás hacia Ti, con mi testimonio de vida. 

Meditación 

1.- La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros. Este es el Dios en el que creemos los cristianos. Así lo decimos y así lo proclamamos cuando comenzamos nuestras eucaristías con estas palabras de San Pablo. Es una confesión explícita en el Dios Trinidad, en el Dios comunión y familia. No tenemos por qué intentar explicar teológicamente el misterio de la Santísima Trinidad, porque en ningún caso lo íbamos a conseguir del todo. El ser humano no puede entender, ni explicar a Dios. Un ser que es esencialmente infinito e inmenso no puede ser explicado con palabras humanas, siempre limitadas y finitas. Cuando hablamos del misterio de la Santísima Trinidad nos basta con creer lo que nos dice hoy San Pablo: que Dios, nuestro Padre, es gracia, es amor y es comunión. La gracia, el amor y la comunión nos la da el Padre a través de su hijo Jesucristo, enviándonos su Santo Espíritu. El Padre y el Hijo están unidos en una comunión indisoluble a través del Espíritu, que es Amor. El Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu Santo es amor; todo Dios es Amor. Pero tenemos derecho a pensar que también nosotros formamos parte de esta Familia que forman el Padre, el Hijo y el Espíritu. Porque somos hijos de Dios y, por tanto, hermanos de Cristo, vivificados por el Espíritu Santo. También nosotros, si vivimos en comunión con Dios somos linaje de Dios, formamos parte de la familia de Dios. También nosotros “en Dios vivimos, nos movemos y somos”, como nos dice el mismo San Pablo. Este es nuestro mayor orgullo y nuestra mayor responsabilidad. En esta fiesta de la Santísima Trinidad le damos gracias a Dios por permitirnos formar parte de su familia y, al mismo tiempo, le prometemos hacer todo lo posible para ser unos buenos hijos, a ejemplo de su Hijo.

2.- Tanto amó Dios al mundo. La esencia de Dios es amor, amor de padre. De padre y madre, porque en Dios no hay distinción de género. No todos los padres humanos, ni todas las madres humanas, se distinguen por el amor, pero Dios padre y madre sí se distingue por el amor. Para entender humanamente el amor del Dios padre y madre nos basta con fijarnos en la conducta del padre en la parábola del hijo pródigo, o del padre misericordioso. El amor del padre de esta parábola llega a extremos difícilmente aceptables en nuestros comportamientos humanos: es todo ternura, compasión, misericordia, perdón. No hay reproches, ni condenas, ni memoria del pecado del hijo. El amor de Dios es así; así nos dibujó Cristo a su Padre en esta parábola, así quiere Cristo que veamos nosotros a su Padre y a nuestro Padre Dios.

3.- No mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. También el Hijo es todo amor; no ha venido a condenar, sino a salvar. Los discípulos de Cristo debemos reprimir un poco, o un mucho, nuestros impulsos habituales para juzgar y condenar al prójimo. El Espíritu de Cristo debe manifestarse en nosotros más por nuestra facilidad en perdonar, que por nuestro empeño en condenar. Claro que nuestra inteligencia tiende fácilmente a juzgar y, en muchos casos, a condenar, pero nuestro amor debe inclinarse preferentemente al perdón y a la misericordia. Así fue el corazón de Cristo y así debe ser nuestro corazón.

4.- Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Así hemos querido reconocer a nuestro Dios todos los creyentes . Que este nuestro reconocimiento del Dios compasivo y misericordioso no se quede sólo en un reconocimiento verbal y teórico, sino que así lo vivamos en nuestro comportamiento diario. Es la mejor confesión que podemos hacer del Dios Trinidad, del Dios familia, del Dios comunión.

Oración 

Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu santificador revelaste a los hombres el misterio de tu vida, te pedimos que en la profesión de la verdadera fe reconozcamos la gloria de la Trinidad y adoremos al único Dios.

Santísima Trinidad, soy todo tuyo y me postro ante tu presencia en esta oración. Yo sé que Tú me ayudas en todo momento y que siempre cuento contigo. Nunca me dejes solo, pues sin Ti no soy nada.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo  y es Dios, por los siglos de los siglos.


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