El santo Temor de Dios es uno de los siete dones mayores del Espíritu Santo, y sin embargo, de él se predica muy poco. No queremos caer en una versión unilateral, propia de un cristianismo en pánico permanente, pero vemos que es necesario recuperar la conciencia de la seriedad de la vida cristiana.
Las siguientes 21 consideraciones nos ayudan en esa línea.
- Daremos cuenta a Dios del tiempo perdido inútilmente.
- Daremos cuenta a Dios de cada palabra necia.
- Daremos cuenta a Dios del bien que no hicimos, pudiendo perfectamente hacerlo.
- Daremos cuenta a Dios de muchos de los pecados de las personas que tuvimos a nuestro cargo.
- Daremos cuenta a Dios de no haber peleado hasta la sangre contra el pecado (cf. Carta a los Hebreos 12,4).
- Daremos cuenta a Dios de haber desviado la mirada ante el dolor o la necesidad de nuestros hermanos.
- Daremos cuenta a Dios de tantos sagrarios que tuvimos cerca y nunca visitamos.
- Daremos cuenta a Dios de haber entretenido la mente en fantasías de pecado.
- Daremos cuenta a Dios de nuestra lentitud e inconstancia para formarnos mejor en la fe y la moral.
- Daremos cuenta a Dios de haber callado cuando ofendían su Nombre.
- Daremos cuenta a Dios de haber dejado solos a tantos que batallan por extender el Reino de Cristo.
- Daremos cuenta a Dios por no haber reflexionado con más amor y constancia sobre el misterio de la eternidad.
- Daremos cuenta a Dios por las inspiraciones de la gracia que dejamos perder en el tumulto de nuestra negligencia.
- Daremos cuenta a Dios por no haber alabado y predicado mucho más la confianza en su Divina Misericordia.
- Daremos cuenta a Dios del poco dolor por nuestros pecados, y los pecados del mundo entero.
- Daremos cuenta a Dios de haber desperdiciado el auxilio de los Ángeles y de los Santos.
- Daremos cuenta a Dios por los resentimientos porque en cada ser humano, aunque oculta, está siempre la imagen de Dios.
- Daremos cuenta a Dios de vivir de modo tan distraído, y luego llevar nuestras distracciones a la oración.
- Daremos cuenta a Dios por la ingratitud o frialdad con que hemos tratado a tantos que nos han hecho bien en Cristo.
- Daremos cuenta a Dios por el amor que dejamos perder en el alma sin entregarlo a nuestro prójimo.
- Daremos cuenta a Dios por haber amado tan mezquinamente el Cielo, lugar de su gloria y compañía.
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