La financiarización establece en efecto una jerarquía de derechos entre tres grupos sociales: los inversores o accionistas de las entidades financieras cuya defensa constituye la prioridad del sistema; los ciudadanos, que deben asumir la responsabilidad del rescate de las entidades financieras causantes de la crisis; y en último lugar, los migrantes o refugiados.
La primacía de la circulación del capital sobre la libre circulación de las personas hace que el movimiento de éstas se convierta en objeto de explotación por parte de los traficantes de personas. La absolutización del dinero, el hecho de que las finanzas manden en lugar de servir, lleva al triunfo de la mentalidad utilitarista, de la mercantilización de la sociedad, en la que todo está subordinado a los mercados, incluida la dignidad humana. Las relaciones humanas se reducen a simples transacciones y se niega todo principio innegociable y todo derecho inalienable. Con lo que, como veremos, se destruye el fundamento mismo del Estado social de Derecho y se hace imposible la defensa de los derechos sociales.
La financiarización de la economía y la mercantilización de la sociedad incrementan lasdesigualdades económicas, entre los beati possidenti, que requieren para su seguridad la construcción de muros, como ya vió Rabelais en su Gargantúa al afirmar“el que los habitantes de Telema vivan de acuerdo con un consumismo sin límites va unido a la inexpugnabilidad de los gruesos muros que impiden el acceso de los que se encuentran fuera”
A la codicia, que reduce al otro a objeto de explotación para el lucro se une la indiferencia ante el otro y su exclusión al descartar al que ya no es útil para producir beneficio. Con razón destaca constantemente el Papa Francisco como la idolatría del dinero genera la globalización de la indiferencia.
Los migrantes, los refugiados, son simultáneamente objeto de explotación por las mafias de los traficantes que generan ya casi tanto dinero como el narcotráfico (entre 3.000 y 6.000 millones anuales) y de exclusión por parte de los diferentes Estados.
Jesús Ballesteros
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