Dio su vida en Londres por defender a una mujer atacada por los mismos terroristas que lo mataron a él. Se agradece su valentía y ejemplo, me alegra ver la admiración que ha suscitado su heroísmo y me enorgullezco de que sea español.
Ignacio se arriesgó y se jugó la vida. Hace falta valor y no pensar en lo propio. Qué distinto sería nuestro mundo si cundiera su ejemplo. Porque Ignacio se ha enfrentado al odio terrorista, además de con su monopatín, con el arma que mejor lo puede destruir: la entrega incondicional.
No me cabe ninguna duda de que le ayudaron sus convicciones y vivencia cristianas. Y pienso que en su acto heróico se ha manifestado y hecho visible el Dios Crucificado y escondido que alienta la generosidad y la entrega de quienes creen en Él y le siguen. Ojalá cunda su ejemplo y nos contagie su valentía y su generosidad ¡Falta nos hace!
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