Como jugada, y como publicidad, hay que reconocer que a Hazteoir lo del autobús le ha salido de lujo. Televisiones, radio, prensa, foros, redes sociales. Para bien, y sobre todo para mal, lo del bus ha sido un exitazo.
Se han llevado palos hasta en el carnet de identidad. De todos los partidos políticos, a una y sin excepción, empezando por el Partido Popular que ha sido capaz, especialmente en Madrid, de sacar una ley sobre “Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad de Madrid” que manda carallo y me quedo corto.
Los ciudadanos están atónitos.Las familias se sienten desamparadas. Los padres que piensan de otra manera, y no son pocos, aterrorizados con la posibilidad de que aparezcan por los colegios de sus hijos, ya están apareciendo, activistas de multicolor pelaje explicándoles no el respeto a todas las personas, que hasta ahí llegamos, y eso lo sabe hacer incluso un calvo como un servidor, sino soltando como ciertas una serie de afirmaciones desde la biología, la psicología, la sociología y demás ías, incluyendo la ética, que para muchos pedagogos, médicos, expertos en el tema no son solo dudosas, sino incluso una barbaridad.
Estos padres, que se sienten y se saben primeros responsables de la educación de sus hijos, al sentirse desamparados, no saben dónde acudir. Vana pretensión la de contar con los políticos, que entre salvar los sillones como sea y sortear la mierda en forma de corrupción que los ahoga, bastante tienen, así que mejor no llevarse mal, que todos tenemos mucho que esconder y mucho que perder o ganar. Un voto es un voto.
Los padres, visto que no pueden contar con los políticos, quizá hayan decidido mirar hacia la Iglesia, con la esperanza de que los pastores alcen la voz por los débiles, esos padres que se sienten desamparados e inermes ante lo que entienden manipulación de las cabecitas de sus hijos, y sabedores de que la ideología de género ha sido condenada en numerosas ocasiones por el papa Francisco, que ha llegado a afirmar que es una auténtica colonización ideológica, y que este tipo de ideologías “buscan imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños” y que ignoran que el sexo biológico y el papel sociocultural del sexo (género), si bien pueden distinguirse, no pueden ser separados”.
Pues bien, los padres tienen la impresión de que, a pesar de las claras palabras del papa Francisco, la Iglesia no está siendo ni suficientemente clara, ni suficientemente luchadora en este campo. Es su impresión. Es la impresión de muchas familias.
CONCLUSIÓN: han visto el bus de Hazteoir y se han agarrado a él como el que se agarra a un clavo ardiendo, con la sensación de que al menos alguien habla claro de esto, sea católico o no, sea lo que sea. Este es el asunto. Los políticos, de acuerdo en imponer la ideología de género. El papa dice que una barbaridad. La Iglesia lo que dice, salvo alguna contada, sonada y notable excepción, lo dice muy bajito. ¿Alguien habla claro de esto? Un bus pintado de naranja. Pues nos agarramos al bus, a la última posibilidad. ¿Qué quieren que hagamos?
Ahora me vendrán con el yunque, el martillo, el lenticular y el estribo. Me contarán que son una secta peligrosísima. Entendido. La ideología de género, perversa (papa Francisco dixit). Los políticos, impasible el ademán, la imponen. La Iglesia habla bajito para no molestar mucho. Todos los medios de comunicación lo jalean. Los únicos que dicen abiertamente que no, los del bus. Pero con esos no se puede estar porque son una secta.
Está clarísimo. Bájense los pantalones.
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