Para ayudarnos a los sacerdotes a no enojarnos con la feligresía al explicarles la fe; y a los padres de familia, cuando moralizan a sus hijos adolescentes; y a los amigos creyentes, cuando conversan con amigos ateos.
Para enseñarnos a responderles con aclaraciones y no con descalificaciones; a no contradecir con el gesto y la actitud lo que defendemos con la palabra; y a no hablar como verdugos, sino como mensajeros de buenas noticias (qué esto último somos y no lo primero).
En fin, como dice el Cardenal Osoro en la presentación del libro, "para formarnos en comunicar lo más maravilloso que se puede acercar al corazón del hombre, que es todo un arte en el que merece la pena gastar tiempo".Es una buena inversión la compra del libro y aún mejor, su lectura.
Publicar un comentario