La amabilidad es un manifestación importante de la caridad, y como todo tiene sus raíces en nuestro corazón.
PENSAMIENTOS AMABLES
1 Cuando otros me hacen daño, ¿recuerdo cómo ha perdonado Dios mis pecados e intento perdonar con el mismo espíritu generoso?
2 ¿He alimentado resentimiento hacia otros, aunque haya hecho un esfuerzo por perdonarlos?
3 ¿Me ha llevado mi susceptibilidad a mostrarme antipático con los demás?
4 ¿He creado un ambiente negativo dejándome llevar por mi mal humor y mi aspereza?
5 ¿He dejado que se refleje en mi conducta la envidia que siento hacia otros?
6 ¿Alimento deliberadamente pensamientos hostiles y vengativos hacia otros?
7 ¿He atribuido motivos torcidos a los demás antes de haber podido confirmarlos?
8 ¿Tiendo a mostrarme severo, descortés, frío o temerario en mis juicios?
9 ¿Soy consciente del poderoso alcance que tiene mi ejemplo, capaz de influir en otros positiva o negativamente, incluso cuando no advierto dicha influencia?
10 ¿Recuerdo con frecuencia las palabras que dedica Cristo a los actos de caridad: «Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis»?
11 ¿Le deseo al prójimo todo el bien que deseo para mí?
12 ¿Vivo con el doble lema de «no hacer nunca daño a nadie y buscar la felicidad de los demás siempre que sea posible»?
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