A Socio, mi perro, el sábado pasado le tocó peluquería, y quedó tan guapete que no me resistí y coloqué una foto suya en Facebook. La verdad es que se originaron unos cuantos comentarios divertidos, amables, incluyendo por cierto fotos de otras mascotas. La única discrepancia fue un mensaje donde se me reprochaba gastarme dinero en una peluquería para perros cuando hay tantos pobres muriéndose de hambre por el mundo y que menos perros y más caridad. Claro, y menos ordenador, menos Facebook y más dedicar tiempo y dinero los pobres. Pero hombre, ¿cómo alguien me va a reprochar que tenga un perro a mi lado cuando conocemos a tantos santos que han tenido perro?
Santos con perro tenemos, sin ir más lejos, a San Roque, san Lázaro, Santo Domingo de Guzmán o San Martín de Porres.
Por cierto, cualquier día me temo que el pobre de San Roque va a terminar denunciado con carácter retroactivo y con posible pérdida de sus derechos de canonizado, por ir por la vida acompañado por un pobre perro que ni vacunado, ni correctamente alimentado ni con la cartilla antiparasitaria al día. Más aún, un pobre perro que hacía las veces de recadero, pura explotación canina, y en contacto con un hombre aquejado de peste, lo que supone grave peligro para el animal que puede coger cualquier cosa. Muy mal por San Roque, explotador de perros. Por supuesto, a todo esto, añadimos que, según la tradición popular, encima el perro de san Roque no tenía rabo, parece ser que por culpa de un tal Ramón Ramírez, aunque este dato esté aún por confirmar. Todo esto, como pueden comprender, es una prueba contundente de maltrato animal que podría llevar, si estuviéramos en otra época menos comprensiva, si no a sacar a San Roque del cielo, cosa que no se nos alcanza, sí al menos a prohibir imágenes y culto público. No vamos a andar rezando a un maltratador canino.
Y lo mismo digo de San Antonio, no crean. Que santo, muy santo, pero según nos cuenta la leyenda, durante la misa encerraba a los pajaritos para que no se comieran el grano de los campos, lo que evidentemente supone detención ilegal y privación del derecho elemental a alimentarse de esas buenas avecillas. Otro dato para los animalistas.
Socio es otra cosa. Vacunado y desparasitado. Papeles en regla. Limpio. Para nada explotado, todo lo contrario, que vago es un rato, y con derecho a sus días de playa en verano con su dueño, y no como el de San Roque, todo el día trabajando y sin seguridad social ni nada.
Pero claro, esto supone un problema de fondo y un dilema que a expertos moralistas dejo. Tener perro no parece cosa mala. Más aún, el cariño por los animales es bueno y tierno, y si no vean el ejemplo de San Francisco hasta con el lobo. Pero claro, si tienes al animalito, al Socio, por ejemplo, no es para que lo tengas sin comer o sin lavar, o sin control veterinario, y eso cuesta un dinero, dinero que a su vez mejor darlo a los pobres.
Estoy hecho un lío.
En cualquier caso, por desliar la madeja. En serio. Lo de la opción por los pobres es otra cosa.
A mí cuando alguien me habla de perros, pobres y opción por los pobres, ya sé lo que debo responder: “márcate un porcentaje de tus ingresos para dar a los pobres cada mes, y unas horas concretas para trabajar con ellos”. Después hablamos del perro.
Saludos de Socio.
Publicar un comentario