No era mi intención más que escribir un par de posts sobre el proceso que de escribir una nueva novela; o quizá la misma novela desde hace veinte años: variaciones y variaciones sobre un mismo tema, el tema épico por excelencia.
Pero, sorprendentemente para mí, este asunto ha causado un grandísimo interés entre los lectores del post. Así que abundaré un poco más.
He llegado a la conclusión de que si el Apocalipsis tuviera que ser pronto (ése es el tema de mi libro), no habría una ciudad concreta que fuera la Gran Babilonia. Esta expresión designaría toda una civilización urbanita como la nuestra. Son muchas babilonias, muchas conurbaciones y urbes que forman una sola unidad. Por primera vez en nuestra época, eso es así.
La segunda característica es que la Bestia puede ser el régimen que se va a imponer a nivel mundial. No será un único Estado, sino muchos países bajo una misma dictadura de ideas.
Pero si hay que concretar un Poder que encarne esa capacidad para invadir y poner bajo su yugo a muchos pueblos, el único que, hoy por hoy, mantiene tal posibilidad es Estados Unidos. No puede ser una nación asiática porque está claro que ése es otro poder que al final se enfrenta al “carnero que viene de occidente”, por usar el término usado por el Libro del Apocalipsis.
Una última cosa, ¿cuál fue la gota final que me movió a empezar la escritura de esta novela? Las declaraciones de una diputada transexual española de la Comunidad de Madrid acerca de que ningún dogma puede ir contra la Constitución. Fue el 27 de noviembre. Sus declaraciones me impactaron.
Siempre he defendido que en una sociedad libre cualquier ciudadano tiene todo el derecho a no estar de acuerdo con la Ley, y eso incluye la Constitución de su país. Pero cada vez son más las voces que claman contra los obispos. El clamor inexorablemente se va a convertir en fragor.
Hace dos mil años llegaron los primeros cristianos a España a predicar el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. No tengo la menor duda de que en esta generación, la sociedad tratará por la fuerza de la Ley y los tribunales de expulsar de su seno la fe ortodoxa de esta tierra. ¿Todavía alguien puede preguntarse por qué tengo urgencia por acabar esta novela?
Esta ideología se va a extender. País tras país la implantará. No hace falta ser profeta para saber hacia donde va la marea. El fragor seguirá creciendo. Pero cuando nosotros ya no podamos hacer nada, entonces, sólo entonces, será cuando intervendrá el Creador.
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