Sábado 10 de Diciembre de 2016
De la feria
Morado.
Antífona de entrada cf. Sal 79, 4.2
Ven, Señor, que brille tu rostro sobre nosotros y seremos salvados, tú que tienes el trono sobre los querubines.
Oración colecta
Dios todopoderoso, brille en nuestros corazones el esplendor de tu gloria, para que la venida de tu Hijo único disipe las tinieblas del pecado y nos ayude a vivir como hijos de la luz. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Ayúdanos, Padre, a ofrecerte este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que así cumplamos debidamente lo que tú mismo nos mandaste celebrar y obtengamos la plenitud de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Apoc 22, 12
Dice el Señor: “Pronto regresaré trayendo mi recompensa, para dar a cada uno según sus obras”.
Oración después de la comunión
Señor y Dios nuestro, imploramos tu clemencia para que la fuerza de este alimento divino, liberándonos de todo pecado, nos prepare para la celebración del nacimiento de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Lectura Ecli 48, 1-4. 9-11
Lectura del libro del Eclesiástico.
Surgió como un fuego el profeta Elías, su palabra quemaba como una antorcha. Él atrajo el hambre sobre ellos y con su celo los diezmó. Por la palabra del Señor, cerró el cielo, y también hizo caer tres veces fuego de lo alto. ¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios! ¿Quién puede jactarse de ser igual a ti? Tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego en un carro con caballos de fuego. De ti está escrito que en los castigos futuros aplacarás la ira antes que estalle, para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos y restablecer las tribus de Jacob. ¡Felices los que te verán y los que se durmieron en el amor, porque también nosotros poseeremos la vida!
Palabra de Dios.
Comentario
La lectura de hoy nos expresa una creencia muy antigua del pueblo de Israel: la esperanza del retorno de Elías. Ese retorno indicará el restablecimiento definitivo de la reconciliación de la humanidad.
Sal 79, 2ac-3b. 15-16. 18-19
R. ¡Restáuranos, Señor, y seremos salvados!
Escucha, Pastor de Israel, tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece, reafirma tu poder y ven a salvarnos. R.
Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso. R.
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha, al hombre que tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. R.
Aleluya Lc 3, 4. 6
Aleluya. Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Todos los hombres verán la Salvación de Dios. Aleluya.
Evangelio Mt 17, 10-13
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Los discípulos preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?”. Él respondió: “Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Así también harán padecer al Hijo del hombre”. Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Palabra del Señor.
Comentario
Jesús aplica la esperanza de aquel retorno de Elías a Juan el bautista. Pero esa humanidad reconciliada que se ha prometido no ha llegado con Juan, ¿entonces? ¿Es o no es Elías? Jesús advierte que este cambio vendrá si se cree en su propuesta. De este modo sí que la conversión y reconciliación serán posibles.
Oración introductoria
Señor, te pido que esta oración me prepare interiormente para tu venida la próxima Navidad. Concédeme dejar de lado todos los pendientes, las distracciones que me hacen sordo a tu voz. Abre mi corazón y dame un espíritu dócil y generoso para hacer vida el Evangelio de este día en mis pensamientos, palabras y acciones.
Petición
Padre bueno, dame la sabiduría para saber reconocerte en mis hermanos más necesitamos.
Meditación
Hoy, Jesús conversa con los discípulos cuando baja de la montaña, donde han vivido la Transfiguración. El Señor no ha acogido la propuesta de Pedro de quedarse, y baja respondiendo a las preguntas de los discípulos. Éstos, que acaban de participar brevemente de la gloria de Dios, están sorprendidos y no entienden que ya haya llegado el Mesías sin que antes haya venido el profeta Elías a prepararlo todo.
El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, que en el siglo IX antes de Cristo defendió valerosamente contra la contaminación de los cultos idólatras la pureza de la fe en el Dios único y verdadero.
Jesús se ha transfigurado. Ha permitido que sus apóstoles más cercanos tengan una experiencia de "gloria". Algo que sólo podremos gozar en el cielo. Animados por haber participado de esta extraordinaria visión, llenos de alegría y paz, se deciden y preguntan acerca del precursor del Mesías. La respuesta no deja lugar a dudas. El precursor ha venido, pero no le han hecho caso: "han hecho lo que han querido"... era la voz que clamaba, pero pocos la supieron escuchar.
Resulta que la preparación ya ha sido realizada. «Os digo, sin embargo, Elías vino ya» (Mt 17,12): Juan Bautista ha preparado el camino. Pero los hombres del mundo no reconocen a los hombres de Dios, ni los profetas del mundo reconocen a los profetas de Dios, ni los prepotentes de la Tierra reconocen la divinidad de Jesucristo.
Es necesaria una mirada nueva y un corazón nuevo para reconocer los caminos de Dios y para responder con generosidad y alegría a la llamada exigente de sus enviados. No todos están dispuestos a entenderlo y, menos, a vivirlo. Es más, nuestras vidas y nuestros proyectos pueden estar oponiéndose a la voluntad del Señor. Una oposición que puede convertirse, incluso, en lucha y rechazo de nuestro Padre del Cielo.
Necesitamos descubrir el intenso amor que guía los designios de Dios hacia nosotros y, si somos consecuentes con la fe y la moral que Jesús nos revela, no han de extrañarnos los malos tratos, las difamaciones y las persecuciones. Ya que estar en el buen camino no nos evita las dificultades de la vida y Él, a pesar del sufrimiento, nos enseña a continuar.
A veces nuestra vida espiritual se reduce a lo que "yo" creo. Me rijo por el "yo necesito", "yo rezo", y convertimos la fe en un "producto" que yo me preparo a mi medida y gusto. Sin embargo, no podemos aplicar esta regla para descubrir las cosas de Dios.
Dios vive, actúa y está presente en los hombres y en todas las creaturas de la naturaleza. Todo esto es posible cuando el presupuesto de nuestra oración dejo de ser "yo", y se convierte en el "Tu". Cuando dejo de "oírme" y comienzo a escuchar. Porque orar es, sobre todo, escuchar a Dios. Se requiere silencio y apertura de corazón.
Presentarse uno mismo, como es, con sinceridad ante el espejo del alma. Hace falta la valentía de aceptarse, con todos nuestros límites y virtudes, pero además, hace falta meter a Dios en esa aceptación, en ese diálogo. Es necesario conectarse a Dios desde la sinceridad de uno mismo.
Aquellos judíos no reconocieron a Juan, y no reconocerán a Jesucristo. Nosotros estamos en mejores condiciones. Las dificultades siempre las tendremos, pero podemos vencerlas si somos sinceros y si tenemos la firme convicción que nuestra "conexión" con Dios es la cosa más importante que tenemos y que nuestro "yo" está subordinado al Tú de Dios, que es AMOR.
A la Madre de Jesús, Reina de los Apóstoles, le pedimos que interceda para que a nadie le falten amigos que, como los profetas, le anuncien la Buena Nueva de la salvación que nos trae el nacimiento de Jesucristo. Tenemos la misión, tú y yo, de que esta Navidad sea vivida más cristianamente por las personas que encontraremos en nuestro camino.
Propósito
Rezar, preferentemente en familia, un rosario para encomendar a María a todas las comunidades de vida contemplativa.
Diálogo con Cristo
Como bautizado soy como un nuevo Elías o Juan el Bautista, un instrumento para preparar y abrir los corazones de los demás para la venida de su Hijo. María, en este sábado, dedicado a tu memoria, enséñame a reconocer a tu Hijo Jesucristo por medio de la oración. Intercede ante tu Hijo para que aumente mi fe y tenga la confianza que tú siempre tuviste y, sobre todo, la humildad que caracterizó tu vida, para cumplir así con todo lo que me pidas.
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