Miércoles 07 de Diciembre de 2016
San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia
(MO). Blanco.
Ambrosio había estudiado derecho y retórica, y por esto ocupó importantes cargos de gobierno. Su buena disposición para solucionar contiendas, hizo que el pueblo solicitara que fuera elegido obispo. Así, por elección popular, fue consagrado obispo de Milán en el año 374. Se dedicó al estudio de las Escrituras, y es uno de los grandes doctores de la Iglesia. Su corazón fue siempre el de un pastor, atento a la vida de los fieles.
Antífona de entrada cf. Eclo 15, 5
El Señor lo colmó del espíritu de sabiduría y de inteligencia, y lo revistió de su gloria, para que anunciara su palabra en medio de la Iglesia.
Oración colecta
Dios nuestro, que hiciste del obispo san Ambrosio un maestro de la fe católica y un testigo admirable de fortaleza apostólica; suscita en tu Iglesia hombres según tu corazón, que la guíen con firmeza y sabiduría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Al celebrar estos divinos misterios, te pedimos, Señor, que el Espíritu Santo infunda en nosotros aquella luz de la fe que iluminó a san Ambrosio y lo impulsó a la propagación de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona cf. Sal 1, 2-3
El que medita la ley del Señor de día y de noche da fruto a su debido tiempo.
Oración después de la comunión
Fortalecidos con esta eucaristía, Padre, concédenos seguir de tal modo las enseñanzas de san Ambrosio que, corriendo resueltamente por tus caminos, alcancemos la alegría del banquete celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Is 40, 25-31
Lectura del libro de Isaías.
Dice el Santo: “¿A quién me van a asemejar, para que yo me iguale a él?”. Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos astros? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo! ¿Por qué dices, Jacob, y lo repites tú, Israel: “Al Señor se le oculta mi camino y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios”? ¿No lo sabes acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, él crea los confines de la tierra; no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable. Él fortalece al que está fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor. Los jóvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen. Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan.
Palabra de Dios.
Comentario
Dios no se ha olvidado de nosotros. En nuestro cansancio, quizás, miramos hacia el dolor, y no nos animamos a contemplar a Dios, que está a nuestro lado, que nos busca y nos sostiene con su amor y misericordia.
Sal 102, 1-4. 8. 10
R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.
Aleluya
Aleluya. El Señor viene a salvar a su pueblo. Felices los preparados para salir a su encuentro. Aleluya.
Evangelio Mt 11, 28-30
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús tomó la palabra y dijo: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.
Palabra del Señor.
Comentario
Señor, ¡cuántos cansancios traigo hoy ante vos! Pero ¿qué digo? Si vos los conocés mejor que nadie, incluso mejor que yo mismo. Por eso, Señor, ¡Gracias!, por pedirme que vaya a vos, por invitarme a que te entregue lo que me pesa, por recibirme, por abrazarme, por esperarme.
Oración introductoria
Señor, qué miserable soy cuando, a pesar de todos los innumerables dones con los que has colmado mi vida, aún me siento cansado y agobiado ante los problemas cotidianos de mi vida. Ilumina mi oración para experimentar tu cercanía, tu fidelidad, tu misericordia y bondad de corazón.
Petición
Vengo ante ti, Señor, fatigado por la carga de mis debilidades, dame tu gracia para tenerte en todo como mi modelo.
Meditación
En la sociedad agrícola de la época de Jesús, la terminología propia de la gente del campo tiene su importancia. El "yugo" es el instrumento de madera con el cual se sujetan el par de bueyes o mulas para tirar del arado o del carro. Jesús lo usa como una imagen que evoca la vida misma del hombre con sus afanes y responsabilidades. Porque todo hombre debe soportar una “carga” más o menos pesada y nadie está exento de ella.
Hoy, Jesús nos conduce al reposo en Dios. Él es, ciertamente, un Padre exigente, porque nos ama y nos invita a darle todo, pero no es un verdugo. Cuando nos exige algo es para hacernos crecer en su amor. El único mandato es el de amar. Se puede sufrir por amor, pero también se puede gozar y descansar por amor…
La docilidad a Dios libera y ensancha el corazón. Por eso, Jesús, que nos invita a renunciar a nosotros mismos para tomar nuestra cruz y seguirle, nos dice: «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,30). Aunque en ocasiones nos cuesta obedecer la voluntad de Dios, cumplirla con amor acaba por llenarnos de gozo: «Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco» (Sal 119,35).
Me gustaría contar un hecho. A veces, cuando después de un día bastante agotador me voy a dormir, percibo una ligera sensación interior que me dice: —¿No entrarías un momento en la capilla para hacerme compañía? Tras algunos instantes de desconcierto y resistencia, termino por consentir y pasar unos momentos con Jesús. Después, me voy a dormir en paz y tan contento, y al día siguiente no me despierto más cansado que de costumbre.
No obstante, a veces me sucede lo contrario. Ante un problema grave que me preocupa, me digo: —Esta noche rezaré durante una hora en la capilla para que se resuelva. Y al dirigirme a dicha capilla, una voz me dice en el fondo de mi corazón: —¿Sabes?, me complacería más que te fueras a acostar inmediatamente y confiaras en mí; yo me ocupo de tu problema. Y recordando mi feliz condición de "servidor inútil", me voy a dormir en paz, abandonando todo en las manos del Señor…
Hoy, acaba el ciclo de lecturas feriales que tienen por protagonista al profeta Isaías. Él nos hace caer en la cuenta de que la actualidad de la venida del Mesías fue anunciada proféticamente.
Esperar el retorno del Señor, su “adventus”, exige al creyente un claro propósito de no desfallecer, pase lo que pase mientras tanto. Porque no podemos ignorar que la espera no siempre resulta ligera, y se puede llegar a pensar que, de hecho, vista la propia flaqueza, no se alcanzará la perseverancia de una vida cristiana con tenacidad. La tentación del desánimo está siempre cerca de quienes somos débiles por naturaleza.
Isaías, en esta perspectiva escatológica que marca las primeras semanas del Adviento, nos recuerda cuán grande e irresistible es el poder del Santo.
En Jesucristo encontramos el cumplimiento de estas palabras del profeta. «Venid a mí (...) y hallaréis descanso» (Mt 11,28). En el Señor, en su corazón amoroso, todos encontramos el descanso necesario y la fuerza para no desfallecer y, así, poder esperarlo con una caridad renovada, mientras que nuestra alma no cesa de bendecirlo y nuestra memoria no olvida sus favores.
Propósito
Ante el agobio y cansancio del trabajo o de los problemas diré: Jesús, en ti confío.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, enséñame a someterme siempre a la voluntad del Padre, para encontrar el descanso que me ofreces. Es paradójico como busco evadir todo lo que implique pobreza, soledad, fatiga, cuando vividos contigo y por amor a Ti, son los medios excelentes que me pueden llevar a crecer en el amor. Ayúdame a ser manso y humilde de corazón.
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