La liturgia diaria meditada - Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra? (Lc 18,1-8) 12/11



Sábado 12 de Noviembre de 2016
San Josafat, obispo y mártir
(MO). Rojo.

Josafat ingresó como monje en un monasterio basiliano en Polonia en el año 1604. En esa zona los cristianos estaban divididos en tres grupos: los católicos fieles a Roma, los católicos de rito griego y los ortodoxos rusos. Siendo obispo, Josafat procuró la unidad de estos tres grupos. Por esto sufrió ataques tanto de los eclesiásticos como también de la autoridad civil, que lo acusaba de atentar contra la paz social. Un grupo de fanáticos lo asesinó en la puerta de la catedral. Se lo considera un pionero del movimiento ecuménico.

Antífona de entrada        
Por la alianza del Señor y la ley de nuestros Padres, los Santos de Dios perseveraron en el amor fraterno; mantuvieron un mismo espíritu y una misma fe.

Oración colecta    
Señor nuestro, reaviva en tu Iglesia el Espíritu que impulsó a san Josafat a dar la vida por sus fieles, para que, por su intercesión, fortalecidos por el mismo Espíritu no temamos dar la vida por nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas
Dios clementísimo, derrama tu bendición sobre estos dones, y confírmanos en la fe que san Josafat atestiguó con su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión       cf. Mt 10, 39
Dice el Señor: “El que pierda su vida por mí, la encontrará”.

Oración después de la comunión
Padre, la participación en esta mesa celestial nos obtenga el Espíritu de fortaleza y de paz, para que, siguiendo el ejemplo de san Josafat, entreguemos generosamente nuestra vida por el honor y la unidad de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        3Jn 5-8
Lectura de la tercera carta de san Juan.
Querido hermano: Tú obras fielmente al ponerte al servicio de tus hermanos, incluso de los que están de paso, y ellos dieron testimonio de tu amor delante de la Iglesia. Harás bien en ayudarlos para que puedan proseguir su viaje de una manera digna de Dios, porque ellos se pusieron en camino para servir a Cristo, sin aceptar nada de los paganos. Por eso debemos acogerlos, a fin de colaborar con ellos en favor de la verdad.
Palabra de Dios.

Comentario
Una de las obras de misericordia es “dar albergue a quien no lo tiene”. El autor de la carta agradece a esta comunidad que ha sabido recibir en ella a los hermanos forasteros brindándoles apoyo y contención. Así, cuando una comunidad da ayuda a otra, se hace efectivo el amor entre hermanos.

Sal 111, 1-6
R. ¡Feliz el que teme al Señor!

Feliz el hombre que teme al Señor y se complace en sus mandamientos. Su descendencia será fuerte en la tierra: la posteridad de los justos es bendecida. R.

En su casa habrá abundancia y riqueza, su generosidad permanecerá para siempre. Para los buenos brilla una luz en las tinieblas: es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. R.

Dichoso el que se compadece y da prestado, y administra sus negocios con rectitud. El justo no vacilará jamás, su recuerdo permanecerá para siempre. R.

Aleluya        cf. 2Tes 2, 14
Aleluya. Dios nos llamó, por medio del Evangelio, para que poseamos la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.

Evangelio     Lc 18, 1-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: “En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: ‘Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario’. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: ‘Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme’”. Y el Señor dijo: “Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?”.
Palabra del Señor.

Comentario
Esta viuda, que representa a las personas pobres, sin prestigio ni recursos, sabía lo que quería y lo que necesitaba. De su convicción, fortaleza y constancia, Jesús obtiene una enseñanza para todos: pedir la justica, orar sin cesar y no dejar que decaiga la fe.

Oración introductoria
Señor, quiero crecer en mi amor a Ti y a los demás; alimentar mi amistad contigo por medio de la oración humilde y perseverante. Ayúdame a buscar cumplir tu voluntad sobre mi vida, dejando que tus palabras modelen todo mi comportamiento. No permitas que el miedo me acobarde. Aumenta mi confianza, mi amor y mi fe.

Petición
Señor, ¡auméntame la fe y mi perseverancia en la oración!

Meditación 

Hoy, en los últimos días del año litúrgico, Jesús nos exhorta a orar, a dirigirnos a Dios. Podemos pensar cómo los padres y madres de familia esperan que —¡todos los días!— sus hijos les digan algo, que les muestren su afecto amoroso.

Dios, que es Padre de todos, también lo espera. Jesús nos lo dice muchas veces en el Evangelio, y sabemos que hablar con Dios es hacer oración. La oración es la voz de la fe, de nuestra creencia en Él, también de nuestra confianza, y ojalá fuera también siempre manifestación de nuestro amor.

A fin de que nuestra oración sea perseverante y confiada, dice san Lucas, que «Jesús les propuso una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer» (Lc 18,1). Sabemos que la oración se puede hacer alabando al Señor o dando gracias, o reconociendo la propia debilidad humana —el pecado—, implorando la misericordia de Dios, pero la mayoría de las veces será de petición de alguna gracia o favor. Y, aunque no se consiga de momento lo que se pide, sólo el poder dirigirse a Dios, el hecho de poder contarle a ese Alguien la pena o la preocupación, ya será la consecución de algo, y seguramente —aunque no de inmediato, sino en el tiempo—, obtendrá respuesta, porque «Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a Él día y noche?» (Lc 18,7).

San Juan Clímaco, a propósito de esta parábola evangélica, dice que «aquel juez que no temía a Dios, cede ante la insistencia de la viuda para no tener más la pesadez de escucharla. Dios hará justicia al alma, viuda de Él por el pecado, frente al cuerpo, su primer enemigo, y frente a los demonios, sus adversarios invisibles. El Divino Comerciante sabrá intercambiar bien nuestras buenas mercancías, poner a disposición sus grandes bienes con amorosa solicitud y estar pronto a acoger nuestras súplicas».

Este ejemplo, y el del juez injusto, nos ilustran perfectamente cómo debe ser nuestra oración: insistente, perseverante, continua, hasta que Dios "se moleste" y nos atienda.

Es fácil rezar un día, hacer una petición cuando estamos fervorosos, pero mantener ese contacto espiritual diario cuesta más. Nos cansamos, nos desanimamos, pensamos que lo que hacemos es inútil porque parece que Dios no nos está escuchando. Sin embargo lo hace. Y presta mucha atención, y nos toma en serio porque somos sus hijos. Pero quiere que le insistamos, que vayamos todos los días a llamar a su puerta. Sólo si no nos rendimos nos atenderá y nos concederá lo que le estamos pidiendo desde el fondo de nuestro corazón.

A veces rezamos para pedirle una cosa para una persona, se pide esto y lo otro y luego sigues. Pero aquello no es una oración, porque si quieres que el Señor nos dé una gracia, hay que ir con valentía y hacer lo que hizo Abraham, con aquella insistencia. Es el mismo Jesús quien nos dice que debemos orar, así como la viuda con el juez, como el que va por la noche a llamar a la puerta de su amigo. Con insistencia: Jesús nos enseña así.

Propósito
Dedicar especial tiempo de mi día a la oración con la confianza que Dios me escucha si lo pido con fe y esperanza.

Diálogo con Cristo
Jesús, eres mi juez, pero también mi Padre y mi Salvador. Te suplico que esta oración me lleve a crecer en la fe, en la esperanza, en el amor y en la confianza, en mi vida diaria. Abre mi corazón para pueda perseverar en la oración, dame la humildad y la sabiduría para reconocer que sólo unido a Ti podré recorrer mi camino a la santidad. 

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16:59

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