Hablé el viernes de las diez rosas que había en el rosal de mi jardín. Las calumnié llamándolas "viejas", pero no lo eran. Sólo un poco despeinadas por culpa de la tormenta.
Ayer por la mañana desaparecieron las diez. A mí me servían para contar con la vista las avemarías del Rosario.
Las he encontrado en el oratorio. Allí están sobre el altar, rejuvenecidas y recién peinadas. Es su mejor destino. Pensé hacerles una foto, pero cambié de opinión. No sea que se me pongan vanidosas.
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