También son buenos estos calores veraniegos para una sosegada y provechosa lectura a la sombra de la parra y de la higuera de mi huerto parroquial.
Es el huerto un muy adecuado lugar para pensar en tantas cuestiones importantes, como desarrolla y analiza el Papa en su encíclica, sobre el cuidado, amor y respeto a la creación.
Y aprendo y admiro y medito sobre esas cuestiones que jamás se me hubieran ocurrido. Agradezco al Papa que nos las exponga con tanta claridad, belleza y eficacia. Pienso que me van a servir y deseo ponerlas también al alcance de mi feligresía.
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