“Al ver Jesús la multitud, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abandonados, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al dueño de la cosecha, que mande trabajadores a recogerla. Y llamando a sus Doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia”. (Mt 9,35-10,1.6-8)
A Jesús no le siguen los que viven cómodamente.
No le siguen aquellos a quienes no les falta nada.
Le siguen siempre “los cansados”.
Le siguen los “abandonados” de todos.
Le siguen los que viven como “ovejas que no tienen pastor”.
Le siguen los necesitados.
Los que le tocan el corazón a Jesús.
Los que despiertan en él la “compasión”, porque Jesús quiere ver felices a todos.
Los que lo pasan bien son pocos.
Los cansados y abandonados son “multitud”.
Y estos son la “cosecha” de Dios.
“La cosecha es abundante”.
Pero, como siempre, los que se preocupan de ellos son pocos.
Por eso es preciso pedir al Padre:
“que mande más trabajadores a su mies”.
que despierte más gente compasiva, capaz de atenderles.
También hoy son muchedumbre los “cansados y abandonados, ovejas sin pastor”.
Y también hoy son pocos los que se dedican su vida a atenderlos.
Tal vez la abundancia de la gente necesitada es tanta, que nos hemos acostumbrado a verla.
La costumbre ha matado en nosotros la “compasión”.
Y ha despertado en nosotros la indiferencia.
La vemos sufrir y no nos dicen nada.
La vemos sufrir porque están ahí, pero no nos buscan.
A lo más algunos que se atreven a alargar la mano pidiendo unas migajas.
Y sin embargo, Jesús:
Quiere más corazones sensibles.
Quiere más corazones compasivos.
Quiere más corazones comprometidos.
Quiere más corazones que trabajen para que la cosecha no se pierda.
La Navidad es la fiesta de Dios:
con “las ovejas sin pastor”.
con toda la humanidad.
con todos los que no tienen casa y se refugian en un redil de ovejas.
con todos los que no tienen ni cama para dormir, y echan mano de un pesebre.
con todos los que no tienen lugar en la ciudad, y van al campo bajo las estrellas.
con todos los que la ciudad echa a esos cinturones de miseria.
Es la fiesta de la compasión por el hombre.
Y esto ya nos marca el camino del Adviento:
Camino de compasión.
Camino de compasión para con los necesitados.
Camino de compasión para con todos los que sufren.
Camino de compasión para con todos los excluidos.
“Les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad.
Curen enfermos,
resuciten muertos,
limpien leprosos,
expulsen demonios”.
Clemente Sobrado C. P.
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