Bocadillos espirituales para vivir el Adviento: Viernes de la 1 a. Semana – Ciclo B

“Al salir Jesús, dos ciegos lo siguieron y gritaban: “Ten compasión de nosotros, hijo de David”. Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: “¿Creen que yo puedo hacerlo?” Contestaron: “Sí, Señor” Entonces les tocó los ojos diciendo: “Que les suceda como ustedes han creído”. Y se les abrieron los ojos”. (Mt 9,27-31)



Todas las enfermedades son malas.

Pero la ceguera y la sordera son de las peores.

¡Cuantas cosas bellas y que el ciego no ve!

¡Cuántas jardines hermosos y que el ciego no ve!

¡Cuántos colores bonitos y que el ciego no ve!

¡Cuánta belleza que no vemos!

¡Cuántas cosas que dejaos de amar porque no sabemos ni que existen!


La ceguera no solo nos impide ver.

También nos aísla.

El ciego vive encerrado sobre sí mismo como si solo él existiese.

El ciego vive encerrado en su soledad como si los demás no existiesen.

El ciego no conoce su rostro.

El ciego no conoce el rostro de sus padres.

El ciego solo conoce su rostro con las manos.


Cuando Jesús hizo su presentación en la sinagoga de su pueblo, lo hizo con el texto de Isaías: “Los ojos de los ciegos se abrirán”.

Jesús vino para encender la luz de nuestros ojos.

Vino para que veamos lo que muchos no ven.


El Adviento es tiempo de esperanza.

Pero también es tiempo para ver.

Es tiempo para ver al Dios que está viniendo.

Es tiempo para ver al Dios que se hace niño.

Es tiempo para ver al Dios nacido en un pesebre.

Es tiempo para ver las esperanzas cumplidas.

Es tiempo para ver a Dios caminando entre los hombres.


Por eso, el Adviento, es tiempo para gritar: “Ten compasión de nosotros, hijo de David”.

Es tiempo para verle que nos abra los ojos.

Es tiempo para que nos haga ver no tanto las luces de los Árboles de Navidad.

Sino para ver la Navidad.

Sino para ver al Niño.

Muchos solo verán las luces de Navidad, los panteones y los regalos.

Pero no verán la verdadera Navidad.

Y la Navidad es Dios que se hace visible.

Una Navidad en la que no vemos a Dios encarnado, no es Navidad.


Jesús les devuelve la vista a los dos ciegos.

¿A cuántos tendrá que abrir los ojos Jesús hoy?

No a los que ven las flores, sino a los que no ven a “Dios”.

No a los que ven los rostros, sino a los que no ven a los “hermanos”.

No a los que ven las calles abarrotadas, sino a los que no ven “prójimos”.

No a los que ven niños jugando, sino a los que no ven “hijos de Dios”.

No a los que ven el rostro de sus padres, sino a los que no ven “el rostro de Dios”.


Somos muchos los que vemos sin ver.

Somos muchos los que creemos ver y estamos ciegos.

Somos muchos los que vemos por fuera, y no vemos por dentro.

Somos muchos los vemos la cáscara, pero no vemos la savia.


Nuestra oración debiera ser:

“Ten compasión de nosotros, Jesús”.

Y que nuestra actitud salir a la calle

“hablando a todos de las maravillas de Dios”.

“Porque ahora vemos lo que antes no veíamos.

Porque ahora somos capaces de verte a ti”.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Adviento, Ciclo B Tagged: ciegos, compasion, curacion, milagro, señal
19:55

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