Después de mi almuerzo, he dedicado unos momentos a saber qué ha sido de los actores de la que fue mi querida serie de televisión Las desventuras del sheriff Lobo. Ah, cuánto me gustaba esa serie. Ya sólo escuchar la sintonía me alegraba toda la tarde. En esa época, el padre Fortea era un niño que ni siquiera había visto El Exorcista.
Si se me hubiera concedido ver un poco mi futura vida, hubiera pensado que se trataba de un guión de televisión, pero que mi futura vida no podía ser esa vida.
Una época sin teléfonos móviles ni Internet. En mi casa sólo se hacía uso del teléfono una vez cada dos o tres días como media. No se llamaba a nadie si no había una verdadera necesidad. Y si mi padre llamaba a otra provincia, le decía a la persona que iba a buscar a otra: Por favor, no tarde que es conferencia.
Por supuesto no había una silla cerca del teléfono. Se hablaba de pie. El mismo aparato telefónico estaba situado en un hueco dentro de un armario. Para descolgar había que sacar el auricular no hacia arriba, sino hacia afuera. Todo esto ya ofrece una idea de lo poco que se usaba. La idea de usar el teléfono simplemente para charlar, resultaba inconcebible en esos años. Se llamaba para saludar a la familia lejana, nunca más de cinco minutos en total. En esa época, podía pensar que se colonizaría Marte tal vez (o por lo menos eso decían), pero nunca pensamos que el teléfono se usaría de otra manera que de aquella manera breve y sobria.
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