El pequeño huerto parroquial, que cultivo con gusto, ha producido una buena cosecha de granadas, que me ha permitido vivir la caridad con una familia necesitada de la parroquia. Me alegra ayudar con el fruto de mis sudores, que, además de mantenerme en forma, por fuera, me hacen feliz por dentro.
En la foto se aprecia la calidad de las granadas, que, a pesar de las lluvias últimas, que aceleraron su deterioro, aparecen bien hermosas.
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