El reino de Israel poseía mayor número de pobladores y tierras más fértiles, por lo que su economía se fortaleció. Tenemos testimonios extrabíblicos que nos hablan del poder de algunos de sus monarcas y de sus alianzas con pueblos vecinos. Sin embargo, la adopción de los cultos y costumbres paganas merecen una firme condena de la Biblia (1Re 14,1ss).
Las revueltas y asesinatos políticos hicieron que se sucedieran varias familias en el trono, sin que ninguna alcanzara la estabilidad. Numerosos profetas denunciaron la corrupción de los reyes, de los poderosos y del pueblo, invitando a la conversión: Jehú, Elías, Eliseo, Amós, Oseas, etc.
Finalmente, el 722 a. C., Samaría cayó en manos de los asirios, que deportaron a la mayoría de sus habitantes y repoblaron el territorio con colonos provenientes de Babilonia (2Re 17,5ss). Estos terminaron mezclándose con los pocos israelitas que habían permanecido allí, dando lugar a un nuevo pueblo: los «samaritanos». Algunos supervivientes emigraron al sur.
La Biblia hace un juicio negativo de ese reino debido a que se identificó con las costumbres de los pueblos vecinos, abandonando la alianza: «El Señor había advertido solemnemente a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes, diciendo: “Vuelvan de su mala conducta y observen mis mandamientos y mis preceptos, conforme a toda la Ley que prescribí a sus padres y que transmití por medio de mis servidores los profetas”. Pero ellos no escucharon y se obstinaron como sus padres, que no creyeron en el Señor, su Dios. Rechazaron sus preceptos y la alianza que el Señor había hecho con sus padres, sin tener en cuenta sus advertencias. Fueron detrás de ídolos vanos, volviéndose así vanos ellos mismos, por ir detrás de las naciones que los rodeaban, aunque el Señor les había prohibido obrar como ellas. Abandonaron todos los mandamientos del Señor, su Dios, y se hicieron ídolos de metal fundido –¡dos terneros!– erigieron un poste sagrado, se postraron delante de todo el ejército de los cielos y sirvieron a Baal. Inmolaron a sus hijos y a sus hijas en el fuego, practicaron la adivinación y la magia, y se vendieron para hacer lo que el Señor reprueba, provocando su indignación. El Señor se irritó tanto contra Israel, que lo arrojó lejos de su presencia. Solo quedó la tribu de Judá» (2Re 17,13-18).
Mañana es el aniversario de la fundación de Duruelo, el primer convento de los carmelitas descalzos, por lo que hablaremos de eso. El domingo inicia el Adviento, por lo que interrumpimos por 5 días las clases bíblicas para hablar de este tiempo litúrgico. Las clases de Biblia regresan el 3 de diciembre. Feliz Adviento a todos.
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