Una Iglesia nueva para tiempos nuevos. Hora de vivir el presente en el convencimiento de que es momento de insertar el evangelio en el corazón de la sociedad, superando viejas formas de entender la presencia de Dios en el camino siempre nuevo de acoger el don del Espíritu que cada día se derrama en los creyentes.
Lo viejo ha pasado, lo nuevo reverdece. Los hambrientos del mundo claman por un puesto en la mesa de la solidaridad, la justicia y el compartir, donde todos somos hermanos en el mismo Cristo. Hora de superar divisiones, convencionalismos, de acoger el don de Dios que se hace presente en la nube, el sol, la piedra, el agua, la luz, la sonrisa del niño. Dios está ahí, siempre está ahí. Hay que saber descubrirlo en lo más simple.
Momento de superar las normas y demás convencionalismos conscientes de que el Evangelio es libertad, soplo del Espíritu, aire fresco, savia renovada. Hoy la llamada es a ser libres, a elevar el corazón a lo alto, a meter en nuestro corazón de carne el grito de dolor de una humanidad necesitada del rayo de la esperanza.
Quizá ser cristiano hoy sea eso. Abrir el alma, inhalar la divinidad, saberse hermano, mirar al frente, darse las manos, soñar, respirar hondo, sonreír, amar con las entrañas, sentirse parte del universo como criatura agradecida”.
Momento… momentooooooooooooooooo.
A estas alturas del post alguno de ustedes estará preguntándose exactamente si esta mañana me he fumado algo raro, me ha dado por esnifar o si en el desayuno me han puesto unas gotas de LSD.
No. Ni muchísimo menos. Simplemente me estoy dedicando a escribir con un estilo que eclesialmente se lleva mucho y que consiste en ir soltando frases grandilocuentes de esas que uno dice caramba qué bien suena, qué bonito, pero de las que no hay manera de sacar fundamento.
No me negarán que me ha quedado bien bonita la frase esa de “abrir el alma, inhalar la divinidad, saberse hermano, mirar al frente, darse las manos, soñar, respirar hondo, sonreír, amar con las entrañas, sentirse parte del universo como criatura agradecida”. Me queda un pequeño problema por resolver, que es cómo concretar eso por ejemplo de sentirse parte del universo como criatura agradecida. Pero ya se sabe que lo de concretar en espacio y tiempo siempre fue una actitud netamente fascista y cavernícola, vamos de tiempos ultra-pasados.
Todo ese batiburrillo de frases que acabo de plasmar aquí, se lo cedo libre de derechos de autor. En la próxima reunión de la parroquia, del movimiento o asociación, cuando se junten con los hermanos de la cofradía o en la próxima reunión comunitaria, pongan los ojos en blanco, ladeen un poco la cabeza y digan, con voz solemne y profunda por supuesto, algo así: “necesitamos elevar el corazón a lo alto, meter en nuestro corazón de carne el grito de dolor de una humanidad necesitada del rayo de la esperanza”.
Vamos, que se quedan flipaos los que escuchen. Además, habrán soltado una frase de esas que a ver quien es el guapo que se atreve a rebatir con lo bonita que les ha salido. Eso sí, tranquilos que no les compromete a nada. Otra cosa es que hubieran soltado algo tan profundamente conservador y superado como que se necesita profundizar en la oración, ir más a misa, confesarse, rezar cada día la liturgia de las horas, adorar al Santísimo y además ofrecer un tanto por ciento elevado de los emolumentos de cada cual para los pobres. Pero es que concretar siempre fue propio de gente espiritualmente poco evolucionada, anclada en el pasado e incapaz de abrirse al profético don del Espíritu.
Qué le vamos a hacer.
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