Hace unas semanas me encontré de casualidad con Alberto y Arancha. Cuánto tiempo. Una pareja joven ya con dos chavalillos. Lo último que sabía de ellos es que participaban en un grupo de oración reflexión. En este tiempo ya sabes, que si la semana santa.
¿Tú Jorge a qué hora celebras el jueves santo la misa de la cena del Señor? Pues a las 18:30 h. ¿Y vosotros? Nosotros a las 21 h. Anda…. ¿y cómo tan tarde?
Bueno, la verdad es que tenemos horarios raros. El jueves la cena a las 21 h. el viernes los oficios de la pasión a las 20 h. y la vigilia pascual a la una de la mañana. Es que verás, me explicaron, nuestro cura tiene que celebrarlo en la parroquia con toda la gente, y luego ya cuando acaba nos lo celebra a nosotros. ¿Y dónde lo celebráis? En la misma parroquia, en una sala que nos dejan. Ahí tenemos todo: misa del jueves, monumento, oficios del viernes y vigilia. ¿También el monumento? Sí, nos sentimos mejor sí, para eso nos sentimos comunidad.
A mí estas cosas me cuesta entenderlas. En la misma parroquia, la mismísima, todo repetido: hasta el monumento. Los fieles del común en el templo principal abierto a todos, y el grupo que lleva el cura Pepe con todo propio y particular, hasta el monumento.
Estos días uno anda repasando orientaciones, normas, rúbricas. Ayer leía lo que aparece en el calendario litúrgico pastoral que cada año edita la conferencia episcopal española. Por ejemplo, dice en las orientaciones para el jueves santo: “Donde verdaderamente lo exija el bien pastoral, el Ordinario del lugar puede permitir la celebración de otra Misa por la tarde en la iglesia u oratorio, y en caso de verdadera necesidad, incluso por la mañana, pero solamente para los fieles que de ningún modo puedan participar en la Misa vespertina. Cuídese que estas Misas no se celebren para favorecer a personas privadas o a grupos particulares y no perjudiquen en nada a la Misa principal.
Y más de lo mismo en cuanto a la vigilia pascual: “La práctica de organizar en una misma comunidad parroquial dos Vigilias Pascuales, una abreviada y otra muy desarrollada, es incorrecta, como contraria a los más elementales principios de la celebración pascual, que requieren una única asamblea, signo de la única Iglesia que se renueva en la celebración de los Misterios Pascuales. Hay que favorecer el hecho de que los grupos particulares tomen parte en la celebración común de la Vigilia Pascual, de suerte que todos los fieles, formando una única asamblea, puedan experimentar más profundamente el sentido de pertenencia a la comunidad eclesial”.
Sé que todos somos muy distintos y que no siempre es fácil celebrar juntos. Porque claro, nos juntamos en la misma celebración uno del opus, un Kiko, la señora Rafaela, Joaquina, Manolo y Juani con los cuatro críos, una monja que pasaba por ahí, don Venerando, férreo partidario del vetus ordo, Bea, que lleva toda la vida cantando el gozo en el alma y que acude con los abuelos que vienen soñando con volver a cantar el Tantum ergo. La tentación es salir corriendo antes de que salten chispas. Pobre tentación de humanos.
Creo que necesitamos todos hacer un esfuerzo importante por la comunión, y de manera especialísima en el triduo pascual. Vivir estos días en profunda comunión y entrega que nos lleven a buscar lo común y dar todo por la comunión con el Señor y entre nosotros. Quizá don Venerando tenga que aprender a tener paciencia ante las explosiones de gozo de Bea, a la vez que esta comprender cómo lo vive su abuela. Estoy seguro de que el kiko es capaz de renunciar a alguna peculiaridad de su liturgia como el del opus de cantar una canción de Kiko Argüello, mientras Rafaela y Joaquina ponen toda su buena voluntad mientras se fijan en lo bien que quedaron planchados los manteles.
Triduo pascual. En comunión. Con Cristo, con los hermanos. Todos juntos. Creo que podemos. Debemos
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