Del Vatican Insider
El caso de Marcial Maciel Degollado es, quizás, la única mancha en el pontificado de Juan Pablo II. Este día Joaquín Navarro-Valls aportó una nueva pieza en el delicado rompecabezas que significó el escándalo protagonizado por el iniciador de los Legionarios de Cristo. El ex portavoz papal reveló que Karol Wojtyla fue informado de las investigaciones vaticanas conducidas contra el inmoral fundador, que iniciaron durante su pontificado.
Casi ocho años después de haber concluido su servicio como director de la Sala de Prensa del Vaticano, Navarro regresó al mismo auditorio donde presidió cientos de conferencias informativas. Durante un encuentro con periodistas para recordar a Juan Pablo, apareció un tema obligado, sobre el cual él mismo reconoció que ha sido consultado en diversas ocasiones.
Aclaró que hacia finales de su pontificado, Wojtyla supo que se habían iniciado pesquisas contra Maciel pero que a su fallecimiento, en abril de 2005, el proceso no había sido terminado, al menos en cuanto a la determinación final de la Doctrina de la Fe.
“El primer paso fue mandar a (Charles) Scicluna, (promotor de justicia de la Doctrina de la Fe), a hablar con todas las personas. Esto ocurrió durante el pontificado de Juan Pablo II y el Papa fue informado de este proceso. Comprobar un caso de estas dimensiones tomó tiempo, aunque estaba referido a una sola persona tenía muchos involucrados. Cuando todo el material recopilado por Scicluna fue traído aquí y se llegaron a las conclusiones, ya el Papa había fallecido”, señaló.
Aseguró que, al inicio del pontificado de Benedicto XVI, él mismo habló con el Papa y le señaló que, pese a tratarse de un caso triste, debía ser comunicado a la opinión pública. Entonces el pontífice no reflexionó mucho, le hizo un par de preguntas y decidió: “informe mañana”. Entonces Navarro precisó: “Al otro día yo lo hice”.
“Juan Pablo II no tuvo en la mano el resultado de esta investigación pero sabía que había comenzado el proceso, para ir a fondo en ese caso”, insistió.
El caso de Marcial Maciel Degollado, culpable no sólo de abusos contra menores sino también de otros actos inmorales (como por ejemplo el haber procreado varios hijos con diversas mujeres), ha sido una de las principales críticas de los detractores de la canonización de Juan Pablo II.
La explicación de Navarro fue sumaria y no explicó la tardanza de las estructuras de la Santa Sede en analizar el caso, qué ocurrió entre 1998 cuando se hicieron públicas las primeras denuncias hasta 2004, cuando inició el proceso. Pero, sobre todo, no explicó por qué en esos años, incluso algunos meses antes del vía libre a la investigación, los colaboradores de Juan Pablo II permitieron que el Papa continuase alabando en público a la persona y a la obra de Maciel.
En la misma conferencia de prensa Navarro se refirió también a la reacción de Wojtyla ante los primeros casos de abusos sexuales contra menores que comenzaron a llegar al Vaticano después del año 2000. Reconoció que Wojtyla no se dio cuenta inmediatamente de la magnitud del flagelo, porque “ nadie lo había comprendido en ese momento”.
“Este cáncer comenzó en una zona geográfica concreta, en los Estados Unidos, y con casos aislados. Por otra parte esos casos aislados que habían aparecido en ese tiempo, se referían a episodios de mucho tiempo antes, unos 30 años antes. Esto no hacía el problema menos grave, pero era así. Poco a poco esto fue creciendo, el Papa se preocupó mucho. Para la pureza de su pensamiento aceptar esa realidad era imposible, era increíble, pero la aceptó”, explicó.
Señaló que la primera respuesta del pontífice fue tomar inmediatamente decisiones. Entre otras cosas convocó a Roma a todos los cardenales de Estados Unidos, ante la imposibilidad de llamar a la totalidad de los obispos, que era un número muy alto. En su reunión con los cardenales se abordaron los casos que ya comenzaban a salir a la luz y se establecieron determinaciones concretas, que eran de naturaleza jurídica.
“Una de las decisiones fue la de dar plenos poderes, de acuerdo con la ley eclesiástica o fuera de la vigente ley eclesiástica, a la Congregación para la Doctrina de la Fe, al cardenal Ratzinger. Así se inició un proceso de aclaración y de saber qué hacer”, estableció.
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