A las 12,15 del mediodía llegó a Airaga la familia Serrano: Nacho y Ana con Nacho junior y Alvarito, el caballista superviviente del que hablé anteayer. Además viene Jaime, compañero de curso de Nacho y amigo de todos.
En el "patio de San José" tomamos un aperitivo y el bueno de Alvarito --ése que se agarra al palo de la sombrilla-- me regala un "panamá" auténtico que se ajusta como un guante a mi voluminosa cabeza. Le mandaré la foto a mi dermatóloga para que vea que le hago caso. Hablamos del colegio, de las primeras confesiones y comuniones, de caballos, de libros... De pronto caigo en la cuenta de que no tengo a mano ni uno sólo de los libros que he escrito, y, como es mi costumbre, quedo fatal.
Publicar un comentario