Para nosotros, hombres de Dios, que hemos dedicado toda la vida a Él, resulta interesante recordar, de vez en cuando, que Dios es el Existo en grado infinito.
Nuestro existir, el existir de los hombres, es muy limitado. Tenemos poca consciencia. Nuestra consciencia se puede expandir sólo en los términos de nuestro pequeño ser. No sólo existimos desde hace poco tiempo, sino que, además, ese poco tiempo en el que existimos está agujereado de infinidad de momentos de inconsciencia: dormimos, no pensamos, realizamos infinidad de tareas de forma maquinal y aburrida.
Nuestro existir no llega muy lejos en su obrar. Está limitado por nuestra esencia, por nuestras potencias intelectuales. Sólo Dios existe de un modo pleno, despierto, intenso.
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