“Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron: “Mujer, ¿por qué lloras?” Dicho esto, dio media vuelta y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: “Mujer ¿por qué lloras?, ¿a quien buscas? Ella pensando era el jardinero, le contestó: Señor, si tú te lo has puesto. Jesús le dijo: “¡María!” Ella lo reconoció y le dijo: “¡Maestro!” María Magdalena fue y anunció a los discípulos: “He visto al Señor y ha dicho esto”. (Jn 20,11-18)
Y siguen las mujeres de la Pascua.
Mientras ellos viven muertos de miedo, ellas se encaminan al sepulcro.
Es el amor el que las hace madrugar.
Todavía no hay fe en su corazón.
Todavía siguen creyendo encontrarlo en el sepulcro.
Y la único que encuentran es el sepulcro vacío.
Ven los restos que han quedado, pero a “él lo han llevado”.
A El lo han puesto en otro lugar.
Y las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas.
Los ángeles no dan respuesta alguna.
Más bien preguntan ¿por qué lloran?
En los sepulcros vacíos solo se encuentran recuerdos del pasado.
“Vendas y sudario”.
Pero vacías.
Cuando miramos al pasado vemos demasiados sepulcros vacíos.
Y muchos solo buscan en las estructuras vacías.
Muchos solo buscan en las Iglesias vacías.
Muchos solo buscan en los corazones vacíos.
Muchos solo buscan en lo que ya no tiene vida.
Porque la vida no ama sepulcros.
La vida prefiere los jardines.
María necesita dar la espalda al sepulcro y contemplar el jardín.
Las lágrimas le impiden ver.
Confunden a Jesús con el jardinero.
El encuentro solo comienza cuando uno escucha pronunciar su nombre.
“Jesús le dijo: “¡María!”
Otra vez la mujer se lleva las primicias:
La primera en verlo.
La primera en escuchar su voz de resucitado.
La primera en escuchar pronunciar su propio nombre por el resucitado.
La primera en querer abrazarlo resucitado.
La primera en recibir el mandato de “Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mio y Padre vuestro, al Dios mío y al Dios vuestro”.
La primera en correr a anunciar a los hermanos “He visto al Señor y ha dicho esto”.
No conocemos a Jesús porque hemos oído hablar de él.
Conocemos a Jesús cuando Jesús pronuncia nuestro nombre.
Conocemos a Jesús cuando nos sentimos llamados por El.
Conocemos a Jesús cuando le reconocemos vivo en medio de nosotros.
Conocemos a Jesús cuando nos encarga la misión de ser portadores de su mensaje.
Conocemos a Jesús cuando somos capaces de anunciar al resucitado a “nuestros hermanos pastores”.
Es Pascua:
Cuando vemos lo sepulcros vacíos.
Cuando buscamos donde hay vida.
Cuando nos sentimos llamados por nuestro nombre.
Cuando llamamos a los demás por su nombre.
Cuando somos capaces de decir que “hemos visto”.
Cuando somos capaces de confiar en las mujeres.
Cuando somos capaces de enviar a las mujeres.
Cuando nuestros pastores son capaces de escucharles el mensaje del resucitado.
Clemente Sobrado C. P.
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