“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él. El que cree en él no será condenado; por el contrario, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del único de Dios. El juicio consiste en esto que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que obra mal detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras”. (Jn 3,16-21)
Una lectura capaz de despertar nuestra ilusión.
Una lectura capaz de cambiar nuestra mentalidad sobre Dios.
Una lectura capaz de cambiar la visión de nuestra fe.
¿Comenzamos por las afirmaciones que contiene?
Dios quiere revelar hasta dónde llega su amor.
Dios quiere manifestar cómo se revela su amor.
Para ello:
Entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él.
Dios entregó a su Hijo único para que tengamos “vida eterna”.
Dios no entregó a su Hijo para juzgar al mundo.
Dios entregó a su Hijo para que el mundo se salve por él.
La fe en Jesús es el principio y garantía de salvación.
La falta de fe es ya signo de condenación.
¿En qué consiste la salvación?
En que hemos creído a la luz.
¿En qué consiste la condenación?
En que nos hemos negado a creer en la luz?
¿Por qué nos hemos negado a la luz?
Porque no queremos que se pongan al descubierto nuestras obras.
El que obra el bien: busca la luz.
El que obra mal: rehuye la luz.
El Dios de nuestra fe:
No es ese Dios que con frecuencia enseñamos.
Es decir, el “Dios que no condena”.
Dios no condena a nadie.
Dios lo que quiere es la salvación de todos.
La gracia es luz y busca la luz.
El amor es luz y busca la luz.
El pecado busca siempre la oscuridad.
Dos preguntas y una oración:
¿El Dios de mi fe, es el Dios amor hasta el extremo de entregarme a su Hijo?
¿Es el Dios que quiere salvarme?
¿Vivo en la luz de la verdad de tu amor?
¿Vivo en la luz de la verdad de mi amor a los demás?
¿Vivo en la oscuridad de mi falta de fe?
¿Vivo en la oscuridad de mi falta de amor?
¿Vivo en la oscuridad de mi vida sin sentido?
“Señor, hazme ver la luz en tu luz”
Señor:
“Hiere, hiere la raíz de la miseria de mi corazón.
Dame fuerza para llevar ligero mis alegrías y mis pesares.
Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles.
Dame fuerza para no renegar nunca del pobre.
Ni doblar mi rodilla al poder insolente.
Dame fuerza para levantar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana.
Dame, en fin, fuerza para rendir mi fuerza, enamorado, a tu voluntad”. (R.T)
“Contigo el sol es luz enamorada y contigo la paz es paz florida.
Contigo el bien es casa reposada,
y contigo la vida es sangre ardida.
Pues, si me faltas Tú, no tengo nada;
Ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida”. (J.L.D)
Clemente Sobrado C. P.
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