Bocadillos espirituales para vivir el Adviento: Martes de la 1 a. Semana – Ciclo A

“La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima de la gente porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer”. (Mt 15,29-37)



“Buenas son obras y no buenas razones”.

Razones nos sobran.

Pero la gente no se entusiasma con las razones.

La gente solo cree a gusto a las obras.


Todos conocemos demasiado los problemas que la gente lleva a cuestas.

Todos conocemos demasiado:

Los cojos, los tullidos.

Los ciegos, los limitados físicos o psíquicos.

Los que no tienen que comer.

Los que no tienen para comprar medicinas.

Los que no tienen para darse una pequeña satisfacción.


Pero cuál es nuestra actitud frente a todas estas situaciones.

La gente sí se admiraba de la doctrina de Jesús.

Pero más se admiraba de cómo trataba a la gente.

Por eso, no le llevaban los niños para que les enseñase.

Pero sí le llevaban los mudos, los lisiados, los tullidos, los ciegos.

A Jesús le llevaban no los sanos sino los enfermos.


Y no es que Jesús fundase una ONG de solidaridad.

No es que sean malas.

Pero son instituciones que han asumido un compromiso.

La actitud de Jesús tiene otro camino.

Ven que Jesús camina por la vida mirando siempre al hombre.

No lo hace por un compromiso.

Lo hace por la necesidad de su propio corazón.

La actitud de Jesús nace de su propia sensibilidad.

Jesús no puede pasar al lado de los hombres torciendo la cabeza.

Y menos todavía torciendo el corazón.

Jesús nunca puede pasar al lado de los hombres sin sentirse tocado por su condición.

El sufrimiento de cada uno es un dolor al corazón de Jesús.

Cualquier malestar humano es un toque al corazón de Jesús.

Y esto la gente sencilla lo sentía.

La gente lo percibía y por ello acudía a él llevándole todos sus enfermos.

Y por eso “daban gloria a Dios”,


Hay algo que siempre me ha creado interés:

¿Por qué en las puertas de las Iglesias hay siempre pobres mendigando?

¿Por qué cuando los pobres se ven abandonados acuden a los despachos parroquiales?

¿Por qué tanta gente tocando las puertas de las parroquias?


No sé si la Iglesia tendrá la sensibilidad de Jesús.

Pero algo tiene que tener la Iglesia para que sea la “casa de los pobres”.

No sé lo que tendrá la puerta de la Iglesia para los domingos tenga siempre pobres sentados.

¿No será que, aun a pesar de muchas de nuestras insensibilidades, los pobres encuentran en ella un trato, una sensibilidad que no encuentra delante de otros edificios públicos?

Confieso que más de una vez me he sentido incómodo con esa gente y le he manifestado mi fastidio y hasta les he puesto mala cara, cuando no le he echado fuera.

Esa gente que yo excluía “¿daría gloria a Dios con mi actitud?” ¿Admiraría a la Iglesia?

Quiero terminar pidiendo perdón a esos pobres a quienes he excluido.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Adviento, Ciclo A Tagged: Adviento, compartir, reino de dios, solidaridad, testimonio

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