Bocadillos espirituales para vivir el Adviento: Lunes de la 3 a. Semana – Ciclo A

“Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle. “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?” Jesús replicó: “Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis os diré yo también con qué autoridad hago esto”… Y respondieron a Jesús: “No sabemos”.

(Mt 21, 23-27)


Cada día, el Evangelio va destapando nuestro corazón.

Cada día, el Evangelio va descubriendo la falta de sinceridad de nuestro corazón


Los altos Jefes:

Primero no aceptan que otros puedan enseñar.

En segundo lugar cuestionan el por qué Jesús enseña.

Con qué autoridad se atreve a enseñar.


Por eso:

No aceptamos que otros enseñen.

Creemos que solo nosotros tenemos la verdad.

Creemos que solo nosotros tenemos la luz.

Creemos que solo nosotros podemos ser maestros de los demás.

Todos nos tienen que escuchar.

No tenemos que escuchar a nadie.


Y no vayamos lejos porque esto lo podemos ver bien cerca de nosotros.

Solo los padres tienen la verdad.

Solo los curas tenemos la verdad.

Solo los maridos tenemos la verdad.

En la Iglesia solo los hombres tenemos la verdad.


Y por eso:

A los padres les cuesta escuchar a sus hijos.

A los sacerdotes nos cuesta escuchar a los laicos.

Alos maridos les cuesta escuchar a las esposas.

A los hombres les cuesta escuchar a las mujeres en la Iglesia.

Ellas, mejor se callan y guardan silencio y que escuchen y recen.


¿Cuánto dejamos a los laicos hablar en la Iglesia?

¿Cuánto escuchaos a los laicos en la Iglesia?

Y no dejamos hablar a los demás:

o por miedo a que nos quiten el lugar

o por simple celo

o simplemente porque no creemos en ellos.


Y por eso cuestionan a Jesús:

“Quién te ha autorizado para que enseñes” y menos en el templo.

Es un cuestionarle y desacreditarle.

Privarle de autoridad.


Jesús, que se las sabe todas, les responde con una pregunta que los puede comprometer a ellos.

Les pregunta sobre el Bautismo de Juan.

¿De dónde venía?

Vaya lío para quienes tienen miedo a la verdad y no quieren bajar del pedestal.

Si decimos que es “Dios”.

Entonces por qué no le creímos y lo rechazamos.

Si decimos que “de los hombres”.

Nos echamos al pueblo encima y vaya lío nos armamos.

Mejor nos salimos por la tangente: “no sabemos”.

Nos declaramos neutros.

Nos quedamos con Dios y el diablo.

Nos quedamos con la verdad y la mentira.


¡Cuánto nos cuesta a todos la sinceridad!

¡Cuánto nos cuesta a todos afrontar la verdad!

¡Cuánto nos cuesta ser coherentes con la verdad!

¡Cuánto nos cuesta aceptar que también los otros tienen la verdad!

¡Cuánto nos cuesta abrirnos a la verdad que viene de los otros!

La verdad tiene infinidad de caminos.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Adviento, Ciclo A Tagged: autoridad, coherencia, identidad, sinceridad, verdad

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