Bocadillos espirituales para vivir el Adviento: Lunes de la 1 a. Semana – Ciclo A

“Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: “Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho”. El le contestó: “Voy a curarlo”. Pero el centurión le replicó: “Señor ¿Quién soy yo para que entres bajo mi techo?” (Mt 8, 5-11)


Resulta curioso que toda la Iglesia utilice cada día un texto o frase de un pagano en la eucaristía.

Antes de comulgar se nos dice y decimos: “Yo no soy digno de que entres en mi casa, pero basta que digas tu palabra y mi alma quedará sana”. Y esto lo dijo nada menos que un centurión pagano.


Al leer este texto surge en mí una sensación un tanto extraña:

¿No estaremos tentados de vanidad los llamados creyentes?

¿No habrá en nosotros un sentimiento de vanidad frente a los que no creen?

¿No habrá en nosotros un riesgo de autosuficiencia precisamente por creer?

¿No tendremos el peligro de excluir a los que no participan de nuestra fe?



Flickr: Iglesia en Valladolid



Aquí nos encontramos:

Con un centurión romano.

Con un hombre pagano.


Pero con un hombre:

De profundos sentimientos de compasión para con los débiles.

De profundos sentimientos compartiendo el sufrimiento de los más débiles.

El centurión es pagano, pero tiene sentimientos de compasión para su criado.

El centurión es pagano, pero le preocupa el dolor de su criado paralítico.

El centurión es pagano, para intercede por la curación de su criado que está en cama.


Decimos que es pagano:

Pero cuánta fe hay en su corazón.

Cuánta fe hay en Jesús.

Es capaz de creer que una simple palabra de Jesús puede sanar a su criado.

Es capaz de acudir a Jesús reclamando la salud de su criado.


Esta lectura me deja inquieto.

Pero también me deja feliz.

Y me deja con grandes interrogantes.


¿Les ayudo a pensar un poco?

También fuera de la Iglesia existe mucha bondad.

¿Qué haríamos nosotros que nos decimos creyentes con un empleado que está enfermo, está sufriendo y no tiene cómo sanarse?

¿Somos capaces de poner en actividad nuestras posibilidades para sanarlo?

¿No correremos el peligro de que los paganos, nos aventajen en sensibilidad frente al que sufre?

¿No correremos el peligro de que los paganos, nos lleven la delantera en ser más sensibles con nuestros pobres y débiles para ver cómo ayudarles?

También fuera de la Iglesia hay mucha bondad.

También fuera de los creyentes hay mucha bondad.

La fe no puede ser un motivo para despertar nuestro orgullo o vanidad.


El pagano:

Tiene una fe que, a veces no es fácil encontrarla en los creyentes.

Cuando oramos ¿tenemos esa fe en Jesús?

Cuando oramos ¿cómo nos fiamos de la palabra de Jesús?

¿Estamos realmente seguros de que basta la palabra de Jesús para sanar nuestro corazón?

¿Cuándo comulgamos estamos realmente seguros que bastaría su palabra para cambiarnos, incluso si no comulgamos?

Lo decimos, ¿pero lo creemos lo creemos realmente?

La verdadera fe no consiste en decir palabras bonitas sino en creer realmente en la eficacia de la palabra de Jesús.


Señor: dame una verdadera sensibilidad para con los débiles.

Señor: hazme sensible a aquellos que dependen de mí y me preocupe de ellos.

Señor: es posible que no siempre puedas entrar en mi casa, pero siempre podré escuchar tu palabra capaz de sanarme.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A Tagged: Adviento, centurion, creer, creyentes, curacion, fe, paganos

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