Hoy es para mí una mañana triste. Triste porque quiero a mi Iglesia y me duele mi Iglesia, y estos días de atrás, especialmente el de ayer, son de esos que te dejan tocado.
Los hechos, más que probados, son los siguientes:
El Vaticano publica una colección de once libritos sobre la teología del papa Francisco, escritos por diversos teólogos.
Se pide al papa Benedicto XVI un prólogo para esta obra.
El papa Benedicto responde con una carta declinando la invitación.
La Secretaría para la Comunicación hace pública una foto en la que aparecen la carta de Benedicto XVI y los once libritos. El fragmento de la carta que puede leerse habla de la buena formación del papa Francisco y de la continuidad de los dos papados, y se nos hace llegar como un claro respaldo de Benedicto a Francisco. Pero en esa foto, claramente, se observa que falta algo, incluso aparecen difuminadas las últimas líneas.
La Secretaría para la Comunicación reconoce que no se puede leer la carta entera, y finalmente hace público ese supuesto párrafo que falta, en el que el papa Benedicto XVI deja claro que no piensa leerse los libros ni hacer el prólogo.
Observando una vez más la foto, se puede comprobar dónde aparece la firma del papa Benedicto XVI, y aun incluyendo ese párrafo, quedaría demasiado espacio en blanco entre lo escrito y su firma. Es decir, que parece que se nos oculta algo más.
Pues bien, ayer, por fin, se ha conocido todo el contenido de la carta. TODO. Y lo último que nos habían escamoteado es que en ella el papa Benedicto XVI muestra su profundo disgusto por haber incluido entre los teólogos firmantes de los once libros, al alemán Peter Hünermann, opositor a los pontificados de San Juan Pablo II y el propio Benedicto XVI.
Hasta aquí los hechos.
Me deja triste ver la manipulación y los manejos. ¿Qué quieren hacer una colección de libros sobre la teología de Francisco? Me parece bien. ¿Qué piden a Benedicto XVI que haga el prólogo? Perfecto, tiene su lógica. Hasta ahí todo correcto.
A partir de este momento se pueden hacer dos cosas: recibir la carta de Benedicto XVI diciendo que no hace el prólogo y que no le gusta nada que hayan incluido a Hünermann y guardarla y que nadie se entere, o darla a conocer en su integridad. Eso depende de quien tenga que depender que ni lo sé ni me importa demasiado.
Lo que no se puede hacer con la carta del papa Benedicto es manipularla para que a los fieles llegue lo contrario de lo que piensa Benedicto XVI, y nos lo han hecho dos veces.
La primera, sacando una foto de la misma con los libritos teniendo mucho cuidado de que salga solo lo que queremos que salga.
La segunda, reconociendo que faltan cosas y añadiendo solo un párrafo de los dos escamoteados.
¿Con qué pretensión?Con la de hacer pasar por elogio y apoyo lo que es claramente una carta de disgusto de Benedicto. Eso se llama pretender hacer comulgar a los fieles con ruedas de molino, y se llama ignorancia de la realidad, creyendo que los fieles son memos.
¿Y no voy a estar disgustado? ¿Con esa burda manipulación?
Por cierto, ¿Monseñor Dario Viganò siga al frente de la comunicación del Vaticano?
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