La liturgia diaria meditada - El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí (Mt 10,34-11,1) 17/07



Lunes 17 de Julio de 2017
De la feria
Verde.

Martirologio Romano: En París, capital de Francia, beatas Teresa de San Agustín (María Magdalena Claudina) Lindoine y quince compañeras, vírgenes del Carmelo de Compiègne y mártires, que durante la Revolución Francesa se mantuvieron fieles a la observancia monástica y ante el patíbulo renovaron las promesas bautismales y los votos religiosos (+1791 dC).

Antífona de entrada          Sal 16, 15
Por tu justicia, yo contemplaré tu rostro; al despertar, me saciaré de tu presencia.

Oración colecta     
Señor Dios, que iluminas a los extraviados con la luz de tu verdad para que puedan volver al buen camino; danos, a quienes hacemos profesión de cristianos, la gracia de rechazar todo lo que se opone a este nombre y comprometernos con todas sus exigencias. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Señor y Dios nuestro, mira con bondad los dones de tu Iglesia en oración y concede que, al recibirlos, se acreciente la santidad de los creyentes. Por Jesucristo nuestro Señor.

Antífona de comunión        Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones: junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. Felices los que habitan en tu casa y te alaban sin cesar.

O bien:         cf. Jn 6, 57
Dice el Señor: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”.

Oración después de la comunión

Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Padre, que por la celebración frecuente de este misterio crezca en nosotros el fruto de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

Lectura        Éx 1, 7-14. 22
Lectura del libro del Éxodo.
Los israelitas fueron fecundos y se multiplicaron, hasta convertirse en una muchedumbre numerosa. Mientras tanto, asumió el poder en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José. Él dijo a su pueblo: “El pueblo de los israelitas es más numeroso y fuerte que nosotros. Es preciso tomar precauciones contra él, para impedir que siga multiplicándose. De lo contrario, en caso de guerra se pondrá de parte de nuestros enemigos, combatirá contra nosotros y se irá del país”. Entonces los egipcios pusieron a Israel a las órdenes de capataces, para que lo oprimieran con trabajos forzados. Así Israel construyó para el Faraón las ciudades de almacenamiento de Pitóm y Ramsés. Pero a medida que aumentaba la opresión, más se multiplicaba y más se expandía. Esto hizo que la presencia de los israelitas se convirtiera en un motivo de inquietud. Por eso, los egipcios redujeron a los israelitas a la condición de esclavos, y les hicieron insoportable la vida, forzándolos a realizar trabajos extenuantes: la preparación de la arcilla, la fabricación de ladrillos y toda clase de tareas agrícolas. Entonces el Faraón dio esta orden a su pueblo: “Arrojen al Nilo a todos los varones recién nacidos, pero dejen con vida a las niñas”.
Palabra de Dios.

Comentario
La promesa de Dios se cumple: el pueblo crece, pero el faraón no puede soportar esto. El poder de Dios, manifestado en los israelitas, es una amenaza para el poder del Faraón. Por eso, este gobernante buscará aplacarlo de cualquier modo y con recursos violentos. En esta situación de dolor e injusticia, Dios se quiere hacer presente.

Salmo 123, 1-8
R. ¡Nuestra ayuda está en el nombre del Señor!

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte cuando los hombres se alzaron contra nosotros, nos habrían devorado vivos cuando ardió su furor contra nosotros. R.

Las aguas nos habrían inundado, un torrente nos habría sumergido, nos habrían sumergido las aguas turbulentas. ¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó como presa de sus dientes! R.

Nuestra vida se salvó como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió y nosotros escapamos. Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.

Aleluya        Mt 5, 10
Aleluya. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluya.

Evangelio     Mt 10, 34—11, 1
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. 

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades. 
Palabra del Señor.

Comentario
Estas últimas instrucciones de Jesús interpelan nuestras opciones más profundas. ¿Estamos dispuestos a orientar toda nuestra vida hacia el Reino de Dios? ¿Estamos dispuestos a que el evangelio sea la regla máxima de nuestra vida? Así nos haremos discípulos de Jesús, encendidos en el mismo fuego de su amor.

Oración introductoria
Señor, gracias por este momento de oración. Concédeme la luz para salir de esa falsa paz en la que acomodo mi vida, evitando el compromiso auténtico de mi fe. Espíritu Santo, lléname de tu gracia para poder profundizar en lo que me quieres decir hoy por medio del Evangelio.

Petición
Señor, concédeme que mi entrega a la Iglesia esté marcada siempre por el sello de la generosidad y de la alegría.

Meditación

Hoy Jesús nos ofrece una mezcla explosiva de recomendaciones. Se trata de consejos profundos y duros de digerir, destinados a sus discípulos en el centro de su proceso de formación y preparación misionera (cf. Mt 11,1). Para gustarlos, debemos contemplar el texto en bloques separados.

Jesús empieza dando a conocer el efecto de su enseñanza. Jesús nos pide ocupar el grado máximo en la escala del amor: «quien ama a su padre o a su madre más que a mí…» (Mt 10,37), «quien ama a sus hijos más que a mí…» (Mt 10,37). Así, nos propone dejarnos acompañar por Él como presencia de Dios, puesto que «quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado» (Mt 10,40). El efecto de vivir acompañados por el Señor, acogido en nuestra casa, es gozar de la recompensa de los profetas y los justos, porque hemos recibido a un profeta y un justo.

La recomendación del Maestro acaba valorando los pequeños gestos de ayuda y apoyo a quienes viven acompañados por el Señor, a sus discípulos, que somos todos los cristianos. «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo...» (Mt 10,42). De este consejo nace una responsabilidad: respecto al prójimo, debemos ser conscientes de que quien vive con el Señor, sea quien sea, ha de ser tratado como le trataríamos a Él. Dice san Juan Crisóstomo: «Si el amor estuviera esparcido por todas partes, nacerían de él una infinidad de bienes».

Hoy como ayer, Jesús tiene pocos amigos. Y humanamente hablando ser profeta de "desdichas" no es el mejor modo para atraer a las personas. Por lo general tomamos estas amonestaciones como un tipo de "mal agüero", y terminamos por culpar del mal que nos sucede, justo Aquel que buscaba advertirnos de las posibles desgracias en nuestra vida. Son profecías desagradables, porque nos anuncian cosas incómodas, que no corresponden a lo que deseábamos para nosotros mismos. Pero no escuchar estos consejos, es una actitud ridícula, porque es como esforzarse por no ver la señal que nos indica el camino que buscábamos desde hace tanto tiempo y con tanta ansiedad. 

El mensaje de Jesús, cuando es aceptado en su totalidad cambia la mentalidad del mundo. Porque sólo Cristo es el que puede donarnos la verdadera felicidad sobre esta tierra. 

Propósito
Renunciar a algo que me guste mucho, para ofrecerlo por alguien que necesite encontrase con Dios.

Diálogo con Cristo

Señor, bien sabes que quiero ser santo pero que fácilmente olvido que la santidad se fragua en la renuncia, la abnegación, la generosidad, el desinterés, el olvido personal, para favorecer el bien de los demás. Permite comprobar que hay mayor felicidad en el dar que en el recibir y ayúdame a edificar mi santidad en la vivencia cotidiana de las virtudes que engrandecen mi amor a Ti y a mi prójimo, a ése más próximo, que luego olvido. 

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08:47

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